La soberanía de Dios sobre las naciones

El Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres. (Daniel 4:17)

Dios creó a la primera pareja humana, de donde originó la sociedad. También colocó a Adán y Eva en un ambiente rico en recursos materiales para que desarrollaran y mejoraran su bienestar. Ya que Dios es la fuente y el proveedor benévolo para la sociedad humana, él también tiene el plan funcional para el bien del hombre. Dios no colocó al hombre aquí en la tierra sin hoja de ruta. Más bien, sus revelaciones en las Escrituras están llenas de instrucciones para la conducta humana y las relaciones sociales.

Las leyes establecidas de Dios son la base de todas las sociedades civiles. Todas las otras ideologías de la “supervivencia del más fuerte” son egoístas, existen bajo temor, sufrimiento, muerte y autodestrucción (nota las culturas caídas de la historia).

“La ciencia política trata con tales valores fundamentales como la igualdad, la libertad, la justicia y el poder”.1 La ley de Dios controla estos valores y mucho más. Estas son cualidades deseables que todos quieren para sí mismos. El problema es que las personas permitan a otros el mismo derecho, especialmente donde se requiere el conflicto y el sacrificio de derechos. Aquí aplica la sencilla “regla de oro” que el niño puede entender. Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos (Mateo 7:12).

Inocencia y autonomía

La Biblia muestra un progreso de doctrina en el desarrollo de Dios del gobierno humano a través del tiempo. Dios creó al hombre a su propia imagen para gozar comunión. Su ideal es estar en comunión tan íntima con el hombre que sus caminos naturalmente son nuestros caminos. Adán y Eva vivieron un corto tiempo en el ambiente perfecto de Dios, en inocencia y santidad, sin ningún pensamiento de pecado. Ellos se gobernaban solos de acuerdo con la justicia de Dios.

El punto de vista cristiano de un gobierno humano empieza con absolutos en lugar de un vacío que llenar por medio de hacer lo que es correcto a los ojos de las personalidades dominantes. Dios, por medio de Moisés, puso una norma y un legislador en Israel. El libro de los Jueces en la Biblia revela el continuo derramamiento de sangre que producen la voluntad propia y la sabiduría humana (Jueces 21:25). Muchos hoy desean ignorar su naturaleza depravada y vivir en lo que suponen ser la libertad. El resultado es conflicto, temor, homicidio y aborto. ¡Es esclavitud!

Cuando Eva, y luego Adán, desobedecieron a Dios, fueron echados del huerto. En los tiempos de Noé, la tierra ya estaba llena de violencia. Esto entristeció el corazón de Dios. La violencia era tan terrible que Dios decidió destruir la vida sobre la tierra y empezar de nuevo con una familia (Génesis 6:6-7). Noé, pregonero de justicia, advirtió a los hombres durante muchos años mientras construía el arca. Cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, pero cuando vino el diluvio (1 Pedro 3:20, 2 Pedro 2:5) se los llevó a todos.

Principios de gobierno

Dios, entonces, entendiendo y teniendo compasión de la naturaleza humana, le proveyó de la disciplina del gobierno humano. Porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud (Génesis 8:21). Dios le dio al hombre la responsabilidad de administrar la pena de muerte a aquellos que cometían delitos capitales. De mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada. Esto es tan serio porque Dios creó al hombre a su propia imagen (Génesis 9:5-6). El hombre que Dios creó para que fuera un ser noble y recto, una imagen justa de Dios, es violado cuando se degrada o se toma la vida humana.

La salvación por el arrepentimiento verdadero es el gran logro del Dios misericordioso; (la justicia llamó y respondió la misericordia). Sin embargo, la injusticia no es una opción para Dios. Él no es el padre alcahuete que muchos se imaginan hoy que pasa por alto muchas cosas.

No tomaréis precio por la vida del homicida, porque está condenado a muerte; indefectiblemente morirá (…) Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó (Números 35:31- 33). Cuando no se ejerce la justicia legal, “las leyes de la tierra” crean una acumulación de expiación de sangre requerida que trae juicio final.

Dios establece una nación

Cuando la sociedad humana volvió a caer en idolatría y abominaciones satánicas tales como el sacrificio de niños, Dios llamó a un pueblo en donde podía demostrar su voluntad.

Los judíos crecieron hasta ser una nación en Egipto. Dios entonces les dio una ley y un código de conducta detallado. Estas leyes morales, civiles y ceremoniales fueron registradas para Israel en los libros de Moisés. Los Diez Mandamientos básicos primeramente exigen reverencia del único Dios verdadero que está en el cielo: honra a los padres, respeto por la vida humana, fidelidad al cónyuge en el matrimonio y honradez. Todo esto fue puesto como leyes de conducta. Estas eran leyes naturales de “sentido común”, algunas de las cuales también se observan en otras culturas (Romanos 2:14).

Más aplicaciones en la vida diaria se detallan en Éxodo, Levítico y Deuteronomio. Estas leyes tenían sus varias penalidades tales como apedrear hasta la muerte al hijo que se rebelaba en contra de sus padres. Más adelante, Jesús resumió todas las leyes del Antiguo Testamento bajo dos leyes de amor. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón (…) alma (…) mente y (…) fuerzas y amarás a tu prójimo como a ti mismo (Marcos 12:30-31). Esta motivación básica también fue reconocida y profetizada en el Antiguo Testamento (Deuteronomio 30:6). Dios no tuvo nunca la intención de que la ley del Antiguo Testamento fuese un acuerdo permanente (Gálatas 3:24). Él se imaginaba un gobierno personal en el corazón del hombre (Colosenses 1:26-27).

Fallas en el gobierno humano

Con el tiempo, Israel falló en ser el medio a través del cual Dios mostraba justicia a las naciones. Dios entonces dio visiones a Nabucodonosor, rey de Babilonia, de gobiernos futuros. Daniel, un judío cautivo, fue el intérprete.

La primera visión fue una imagen que representaba reinos mundiales gentiles (Daniel 2:31-45). La cabeza de oro representaba a Babilonia; el pecho y los brazos de plata, a Medo Persa; el vientre de bronce, a Grecia; y las largas piernas de hierro representaban a Roma. Los pies eran de hierro mezclado con barro representando las últimas naciones gentiles, una parte débil y otra parte fuerte. Al hombre, esta imagen y los reinos parecían espectaculares. Sin embargo, cada metal mostraba degeneración en majestad soberana. Daniel también recibió visiones del punto de vista de Dios que dieron un cuadro de las naciones como bestias que destruyeron a la humanidad (Daniel 7 y 8).

El gobierno humano, sea benévolo o cruel, puede aportar cierto orden social, pero es solo un acuerdo parcial mientras se espera algo mejor. Unos ideólogos han propuesto utopías, promesas de terrenos, pan y paz. Sin embargo, el resultado muchas veces ha causado una vida de trabajo penoso, esclavitud y la muerte de millones.

La teocracia (Dios gobierna) restaurada

En el “nuevo pacto”, Jesús llamó a una nueva nación de los redimidos (de todas las naciones) en su iglesia. El compañerismo de Dios con el hombre, que se perdió en el Huerto de Edén, otra vez es restaurado en Cristo (Efesios 2:14). Por medio de la cruz y el nuevo nacimiento, Satanás y la naturaleza malvada del hombre (“la carne”) pueden ser derrotados. Cristo ahora puede gobernar en la vida del hombre mediante el Espíritu Santo (Colosenses 1:27). Aquellos que no aceptan el gobierno del Espíritu Santo en su vida aún están bajo “la ley del pecado y de la muerte” (1 Corintios 5:5; Romanos 8:2).

Jesús dijo: Edificaré mi iglesia. Esta es la verdadera esencia de la separación de la iglesia y el estado. Son dos reinos separados. La iglesia apartada de la sociedad es dirigida otra vez por Dios como su cabeza. Hoy, los gobiernos nacionales tienen la autoridad de Dios para administrar las leyes y castigar los crímenes (Romanos 13:1-7). Pero en la iglesia de Jesucristo, los miembros están sujetos a la ley más alta de Dios. Debemos someternos a la autoridad del gobierno; sin embargo, si el gobierno nos pide desobedecer la ley de Dios, es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29).

El cristiano debe obrar por la paz y vencer el mal con el bien (Romanos 12:19-21). El cristiano es “la sal (el conservante) de la tierra”. La ciencia política hace la pregunta: 2 ¿Los intereses de quién busca satisfacer el gobierno? El gobierno de los Estados Unidos fue un esfuerzo noble de un gobierno: “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Sin embargo, esto es posible únicamente donde las éticas y la ley de Dios están en el corazón de la mayoría. Este principio de “libertad bajo la ley” fue reconocido por los fundadores.

Pero los reinos humanos se degeneran y son vencidos hasta la segunda venida de Jesucristo. A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré (…) hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré (Ezequiel 21:27). En ese tiempo, los reinos de este mundo llegan a un fin estruendoso. Esto se nota en la piedra que golpea los pies de la imagen de la cual habla Daniel y en los juicios del Apocalipsis revelados en el último libro de la Biblia (Daniel 2:35, 45, Apocalipsis 19:11-21). Esto también es el tiempo cuando Jesús lleva a la iglesia, que es el reino de Dios en el mundo de hoy, (Lucas 17:21) a su reino eterno (Apocalipsis 11:15).

1 & 2. World Book Encyclopedia (Enciclopedia del mundo)

De: Una mano amiga

Detay
Lang
Español
Kantite Paj
4
Otè
Elvin Stauffer
Edite
Maná Digital

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