El examen de ciencias de Job

La creación es el gran efecto del cual Dios es la causa. En su trato con el hombre, vez tras vez Dios hace referencia a su acto de creación para respaldar y autorizar sus palabras. Este Señor nos llama a prestarle oído.

“El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?”
Abraham en Génesis 18:25

El hombre secular cree que entre más volvamos atrás en la historia, hacia la edad de piedra, más ignorantes eran los hombres. Sin embargo, en el libro de Job, el cual se cree que es el libro más antiguo de la Biblia, encontramos la sabiduría de los antiguos junto con la supervisión de Dios sobre su creación. Solo algunos principios han sido utilizados en nuestro mundo moderno, y otros quizás se descubran en un futuro.

“¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y te dirán ellos: Henos aquí?” (Job 38:35). Desde el descubrimiento de la electricidad y el desarrollo del teléfono, ahora podemos enviarle un saludo a alguien que viva al otro lado del mundo.

El objetivo de Dios

Muchas veces se dice que el libro de Job muestra el propósito del sufrimiento, pero en realidad Dios no trata directamente ese tema. Más bien, él revela su diseño y control soberano con más de setenta preguntas acerca de su creación. Esto llevó a Job al punto de decir:

He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca. Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza (Job 40:4; 42:3, 6).

El énfasis que Dios pone en su mundo natural nos muestra la importancia de su creación y el primer mandamiento que les dio a Adán y Eva. “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread (…) en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:28). Si los hombres fueran fieles a este mandamiento en lugar de “gastar en [sus] deleites”, Dios podría bendecirlos y no necesitaría reducir los reinos a través de la historia “a ruina, a ruina, a ruina” (Santiago 4:3; Ezequiel 21:27).

El “mandamiento de señorear” es una autorización para todo emprendimiento y ocupación legítimo. Para entender la naturaleza es necesario estudiarla, lo cual es la ciencia. Utilizar este conocimiento es tecnología (la agricultura, la medicina y la ingeniería). Transmitir y comunicar este conocimiento es un trabajo, y enseñarlo a las futuras generaciones es educación.

La creación es el gran efecto del cual Dios es la causa. En su trato con el hombre, vez tras vez Dios hace referencia a su acto de creación para respaldar y autorizar sus palabras. “Profecía de la palabra de Jehová (…) que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él” (Zacarías 12:1). Este Señor nos llama a prestarle oído.

La pregunta cósmica

Dios presenta un examen acerca de su creación natural como conclusión a la gran pregunta sobre la redención que surge en Job: “¿Puede Dios salvar a un hombre y guardarlo?” Es fácil olvidar los parámetros establecidos para esta contienda entre Dios y Satanás en los capítulos uno y dos.

Fue Dios quien inició la contienda.

Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa? (Job 2:3).

La respuesta de Satanás fue acusar a Job de albergar motivaciones egoístas y servir a Dios a cambio de todos los beneficios recibidos. Job era “más grande que todos los orientales” tanto en riqueza como reputación (1:3). Satanás dijo también que Dios tenía un cerco de protección alrededor de Job (1:10). Luego desafió a Dios a que quitara dicho cerco y viera si Job no blasfemaba contra él en su misma presencia (Job 2: 4-5). Y así Job fue puesto a prueba para determinar si su afecto y lealtad a Dios se debían a los beneficios que recibía de él.

Para demostrar que la lealtad de Job era real, Dios permitió que Satanás hiciera lo que deseara. Dios no intervino (1:12-2:10). “Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida” (2:6). Tras ser atacado dos veces, Job queda privado de su riqueza y salud. En respuesta a ello, Job dice: “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno” (1:21-22).

Para intensificar la prueba, Satanás luego acosa a Job por medio de un diálogo prolongado con tres “amigos” (consoladores indignos), y la opinión de un cuarto que, al pasar, se interesó en el debate (Eliú, 32:10). Ellos cuatro intentaron hacer que Job se arrepintiera de su pecado. “Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos? Como yo he visto, los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan” (4:7-8). Eliú dijo: “Mas los hipócritas de corazón atesoran para sí la ira (…) En vez de sustentar el juicio y la justicia. Por lo cual teme, no sea que en su ira te quite con golpe” (36:13, 17, 18).

Aunque a través de la conversación se revela mucho conocimiento de los antiguos, como sucede en muchos casos, a tal conocimiento se le da un propósito equivocado. Job dijo que eso no tenía importancia. “Ya conozco todo eso” (12:2-3). Él les reprochó su terco orgullo. “Ciertamente vosotros sois el pueblo, y con vosotros morirá la sabiduría” (12:2). Cuando Dios comienza a hablar, revela su punto de vista sobre la conclusión de estos consejeros: “¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?” (38:2)

Dios rompe su silencio

El punto de estancamiento terminaba cuando el Señor le contesta a Job (38:1). Por medio de esto vemos la diferencia entre Job y los otros quienes estaban llenos de sabiduría humana. Con oraciones de fe, Job clamaba por una respuesta. “Yo sé que mi Redentor vive” (19:25). Job no conocía la razón de la prueba a la que fue sometida. Se hallaba afligido por el silencio que sentía del cielo y la falta de comunión con Dios. “¡Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días en que Dios me guardaba, cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara, a cuya luz yo caminaba en la oscuridad (…)!” (29:2-3).

A veces Job hablaba de manera radical: “¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. Expondría mi causa delante de él, y llenaría mi boca de argumentos” (23: 3-4). Sin embargo, esta es la clase de enfermedad humana y debilidad de nuestra carne que Dios comprende. Jesús dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). Él preguntaba en humilde sumisión, no en rebelión. Job preguntó: “¿Contendería [Dios] conmigo con grandeza de fuerza? No; antes él me atendería”. La respuesta de Dios luego ignora todos los asuntos menores y le recuerda al hombre del control Soberano que Dios tiene sobre el universo. ¿Por qué me cuestionas? “El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” (Génesis 18:25).

El interrogatorio

Dios inicia el examen de ciencias de Job hablando de los orígenes. A todas las extrañas imaginaciones de los antiguos paganos y a los modernos “científicos” evolucionistas Dios les dice: “¿Cómo es posible que conozcan lo que sucedió? ¿Estuvieron presentes en el acontecimiento?”

¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.

¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella cordel?

¿Sobre qué están fundadas sus bases? (38:4-6).

Muchas de las siguientes preguntas y declaraciones son retóricas. La respuesta en cada caso es obvia… solo Dios lo sabe. Él lo hizo.

Durante la primera destrucción del mundo por medio del diluvio, Dios mantuvo control total de los elementos naturales (38:8-11).

“¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba?” El otro lugar sobre el cual “estableció su decreto”, es decir, la cubierta de vapor sobre la expansión (Génesis 1:7) también fue rota, pero él le “puso puertas y cerrojo, y dijo: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante”.

Dios entonces observa los procesos presentes y revela cómo la tierra gira sobre su eje dando lugar a la mañana y la tarde (38:12-15). En las mentes intuitivas esto implica una tierra redonda (Colón).

Él sigue señalando muchos procesos de la naturaleza. La luz siempre viaja por un “camino”. Las tinieblas llenan el “lugar” cuando hay ausencia de luz (versículo 19). Además, él menciona doce criaturas representativas para ilustrar su sabio diseño y cuidado del reino animal.

Finalmente, Dios se centra en dos criaturas temibles con un propósito especial. Estos grandes reptiles, que vivían en ríos y mares, eran “el principio de los caminos de Dios” (40:19). Sin embargo, “el dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás” (Apocalipsis 20:2) se había apropiado de uno de ellos para sus propósitos malvados (Génesis 3:1) (cuando la serpiente aún tenía patas (versículo 14)). En estas descripciones del behemot y el leviatán (probablemente dinosaurios), Dios le da a Job una pista sobre quién era realmente el que le estaba causando problemas.

La declaración final sobre el leviatán que exhala fuego por las narices es esta: “No hay sobre la tierra quien se le parezca (…) es rey sobre todos los soberbios” (41:33-34). El consejo de Dios es que ningún hombre puede atar o matar a Satanás; Job debe dejarlo en las manos de Dios. “El que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque” (40:19).

La experiencia de Job nos permite ver el mundo espiritual para que entendamos la batalla por nuestras almas.

Recursos:
La Palabra de Dios, la Biblia
The Remarkable Record of Job (El testimonio notable de Job) por Henry Morris

De: Una mano amiga

细节
语言
Español
页数
4
作者
Elvin Stauffer
出版社
Maná Digital
主题

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