El Dios misericordioso

El Dios misericordioso

Seguimos con el estudio de los atributos de Dios. Nuestro concepto de Dios es sumamente importante, porque nos va a influenciar en la reverencia y el respeto que tenemos por él. A la vez, es imposible conocer por completo a nuestro infinito Dios con nuestra mente finita y limitada. En nuestro estudio hemos visto que Dios es eterno, infalible, inmutable, omnisciente, omnipotente, omnipresente, fiel, y que es un Dios de justicia. Seguimos ahora con un estudio sobre el atributo de su misericordia.

En el departamento del Quiché de Guatemala, los vehículos en la carretera de pronto comenzaron a bajar la velocidad y en seguida el tráfico se iba deteniendo hasta deternerse completamente. Luego aparecieron algunos naturales de la zona que empezaron a pedir a 4toda la gente que salieran de sus vehículos y que los acompañaran a presenciar un evento que se iba a llevar a cabo junto a la carretera.

El evento se trataba del ajusticiamiento de unos hermanos jóvenes rateros de la aldea inmediata. Su conducta había llegado al colmo para que se les aplicara la “Ley maya”. Es es una práctica de castigo común entre las aldeas de los maya para los que llegan a ser personas indeseables por causa de sus malas acciones. A este evento se habían invitado al juez y a la secretaria de la aldea. También habían sido traídos el padre y la madre de los jóvenes para presenciar el acto.

Los jóvenes se encontraban atados ante el público espectador. Luego el cacique tomó la palabra y explicó las causas por las que estos jóvenes iban a ser ajusticiados, y advirtió al juez y a la secretaria que no debían escribir nada: “Aquí nada se escribe. Los hemos llamado sólo para que vean lo que se va a hacer.” A la madre le dijo: “Tú tienes que presenciar esto porque no supiste criar bien a tus hijos”.

En seguida, los rociaron de gasolina y les prendieron fuego. Los cuerpos de los jóvenes se retorcían del profundo dolor hasta que murieron. Ya muertos los jóvenes, el cacique, y toda su gente desaparecieron. Todo esto en presencia del público espectador. Lo más doloroso era que lo hicieron frente a su propia madre.

De hecho, los jóvenes eran perversos y ante los ojos de la aldea, esto era lo que se merecían. No había ninguna misericordia para ellos. Así castigaron lo malo y limpiaron su aldea.

La siguiente historia la encontramos en la Biblia, en Juan 8:1-11. Es de una miserable mujer que, según la versión de los fariseos, había sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.

A la fuerza y a empujones, la mujer fue llevada para presentarla delante de Jesús para oír el punto de vista de él. Para ellos, ese tipo de mujer infiel a su esposo no tenía otra alternativa sino morir sin ninguna misericordia. La ley de Moisés ordenaba que tal persona muriera a pedradas. ¿Qué diría Jesús?

Los fariseos traían esta mujer con la intención de prensar al Maestro en una polémica situación. Jesús respondió de una forma sorprendente: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Los acusadores no tenían nada que decir y uno a uno se fueron. Cuando Jesús se encontró solo con la mujer, le dijo a ella: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?” Entonces, la mujer respondió: “Ninguno, Señor. Jesús le respondió: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Podemos ver el amor y la misericordia de Dios en ese intercambio con la mujer condenada.

En Lucas 9:52-55 los discípulos pidieron a Jesús el permiso para mandar que descendiese fuego sobre una aldea por no haberlos recibido. El Señor los reprendió, diciendo: “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas”. Ellos no habían entendido el corazón misericordioso de Dios.

La otra cara de la moneda es que muchos creen que Dios es tan misericordioso que tolera el pecado porque es un Dios de amor. Ya que es un Dios de amor, creen que no castigará las almas por enviarlas al infierno. Muchos esperan que Dios les dé todas las atenciones y los cuidados especiales y creen que se lo merecen. Creen que Dios, por su misericordia, pasará por alto la vida pecaminosa que han vivido. Obviamente, tales personas no entienden la misericordia de Dios a la luz de su justicia. Buscan justificarse en su pecado sin arrepentirse. Pero Dios no opera de acuerdo con la perspectiva humana, sino a un nivel divino y perfecto, según su perfección y santidad.

Veamos algunos ejemplos de la misericordia de Dios en la Biblia

Primero, notemos la historia del primer hombre en el jardín del Edén cuando pecó. “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal... Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Genesis 2:8-9, 16-17).

Luego, en el capítulo 3 encontramos la decisión del hombre y la mujer de desobedecer el mandato de Dios. Tan pronto que desobedecieron, recibieron el castigo por su pecado. Después de manifestar a cada uno su castigo por la desobediencia, (versos 16, 17), Dios en su amor, bondad, y misericordia los sacó del huerto del Edén para que no comieran del árbol de la vida y vivieran para siempre en ese cuerpo corrupto, enfermo, y pecaminoso. Luego Dios puso que- rubines que guardaran el camino al árbol de la vida (verso 24).

Muchas veces creemos que la misericordia de Dios se manifiesta cuando nos sana, cuando nos libra de enfermedades, o nos salva de la muerte. Pero esa manera de pensar es humana. A veces, por su misericordia, él permite la muerte para llevar a sus hijos para estar al lado suyo. Es decir, puede ser por su misericordia terminar con nuestra vida aquí en la tierra, y ser trasladados a un lugar mejor.

En otros casos, pueda que Dios en su misericordia decide prolongar la vida y quiere dar oportunidad para glorificarse a sí mismo, y para purificar la vida por medio de diversas pruebas (Santiago 1:2; 1 Pedro 1:6). Todo es para ayudarnos a ser perfeccionados en Dios.

Dios mismo declaró esta virtud o atributo de sí mismo. “Y cuando él clamare a mí, yo le oiré, porque soy misericordioso” (Éxodo 22:27). Moisés declaró la misericordia de Dios en Deuteronomio 4:31: “Porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres”. Dios prometió socorrer a su pueblo cuando estaba angustiado y clamaba a él. Por su misericordia los socorría. El salmista David declaró en el Salmo 103:8 la misericordia de Dios: “Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia”. Los versículos 10 y 11 nos muestran que sólo el hecho de no castigar inmediatamente con la muerte nuestro pecado es un acto de misericordia: “No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen.”

David expresa en el Salmo 103 las inexplicables bondades y misericordias de Dios. Él recalca el hecho de que la misericordia de Dios es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen. Su misericordia no tiene límite. En el Salmo 136 encontramos un canto lleno de alabanza a Dios por su eterna misericordia. En este salmo se repite 26 veces la frase: “Porque para siempre es su misericordia”. David también dijo en el Salmo 145:17: “Justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras”. Luego Jeremías en Lamentaciones 3:22-23 dice: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca de cayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad”. Qué gran bendición y dicha que cada día que amanece está lleno de sus bondades y misericordias. Qué bendición que él se compadece de nos otros según la multitud de sus misericordias... sus misericordias ilimitadas.

La parábola del hijo pródigo según Lucas 15:11-32

Jesús contó la historia de un hijo malo, que de su propia voluntad egoísta le hizo una petición a su padre. Este hijo quiso todo sólo para él. Le consumió el deseo por el placer carnal y el libertinaje. Sólo pensaba en lo del momento, en lo que pudiera disfrutar de la vida. No pensaba en el futuro y en los resultados de su mala decisión. Dijo: “Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde”.

Aunque el padre le dio el libre albedrío a su hijo, bien sabía que no era bueno lo que hacía. Luego, el hijo tomó lo suyo, y se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.

Pasó el tiempo, y se acabó el dinero. Después, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó a faltarle. Ya el joven no es aquella figura de prestigio con mucho dinero, viviendo en mucha extravagancia. De pronto se encuentra en una gran crisis. Termina con verse obligado a trabajar, alimentando cerdos.

El hijo pródigo había llegado al fin de sus recursos y en esta condición volvió en sí. Su arrepentimiento lo llevó a la decisión de volver a su padre. Ese derrochador de los bienes de su padre ahora pensaba volver como siervo, porque no se consideraba digno de ser llamado hijo. Y ¿cómo lo recibió el padre? Lo recibió con misericordia, lo perdonó por su gran falta, y le hizo una gran fiesta. Y no sólo eso, sino que lo restauró a su posición de hijo y no como siervo como el hijo había pensado. Ahora vemos a un joven limpio con ropa de gala, con el anillo de hijo, sin precedentes en su contra, y su posición devuelta completamente. Según el criterio humano, se diría que el padre actuó sin prudencia, y debiera haberle dado al hijo lo que merecía. En realidad, lo mejor que podía merecer era la posición de un siervo alejado de la familia, así como él había propuesto y esperado. Pero por la misericordia del padre, fue recibido como hijo.

Al analizar la respuesta del hermano mayor de ese hijo malvado, podemos comprender cómo se ve una actitud contraria a la misericordia que mostró el padre. Su reacción era meramente humana al darse cuenta de la misericordia que le mostró el padre al hijo malvado con precedentes. Restaurarlo a la familia parecía totalmente absurdo al hijo mayor. En realidad, creo que yo sería inclinado humanamente a responder cómo lo hizo él también.

En el intercambio del hijo mayor con el padre, su malestar se destaca. El que le había hecho quedar mal a la familia y a los ojos de los vecinos, y que había puesto a la familia en ridículo ante la opinión pública, ahora el padre lo honra con una gran fiesta. La misericordia del padre hace todo lo opuesto a lo que la lógica humana haría. Según el hijo mayor, no sólo el hermano menor había hecho un ridículo, sino ahora también el padre lo estaba haciendo.

Tal es la perspectiva humana, la cual también vimos en las historias relatadas al principio. Dar el castigo a quien, según nuestro juicio, se lo merece.

La misericordia de Dios se manifiesta

¿Recuerda lo que vimos en el Salmo 103:10? El salmista dice que Dios no nos ha tratado según lo que merecíamos. ¿Y las palabras de Jeremías en Lamentaciones 3:22-23? El profeta declara la misericordia de Dios en que él no nos ha destruido. La fidelidad de Dios es tan grande y sus misericordias siempre son nuevas.

¿Por qué actúa Dios de esta forma? Él es soberano y su misericordia va intrínsecamente unida con su carácter. Por ser el Dios soberano, tiene toda la facultad de hacer como él sabe que es lo mejor. Él hace salir el sol sobre los buenos y los malos, y hace llover sobre los justos y los injustos (Mateo 5:45). Su segunda venida tarda por causa de su misericordia, porque él no quiere que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Sin embargo, el día llegará cuando él vendrá para dar justa retribución conforme a nuestros hechos, y la era de misericordia habrá pasado para los que lo rechazan y que no se han arrepentido.

Es importante aclarar que el perdón de Dios se basa en el arrepentimiento de la persona de sus pecados. A la mujer adúltera le dijo: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. El hijo pródigo se arrepintió, se levantó, y volvió a su padre. Ellos merecían el descargo de la máxima pena del castigo, pero les fueron extendidos la misericordia y el perdón.

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

¡Ciertamente, nuestro Dios es misericordioso!

~ Saul Pacheco

Tomado de:  La Antorcha de la Verdad (enero - febrero 2021)

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Language
Español
Author
Saul Pacheco
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Publicadora La Merced
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