En Moscú, Rusia, está el mausoleo de Vladimir Lenin, el fundador del comunismo en Rusia. Cuando Lenin murió en 1924, su cuerpo fue embalsamado, y ha estado en exhibición en Moscú la mayor parte del tiempo desde entonces. En los días del comunismo en Rusia, casi todos los días miles de personas desfilaban por la tumba de Lenin. Hoy, muchos todavía vienen a ver sus restos ciertos días de la semana, aunque no tantos como en los días comunistas.

Muchos de los que venían a ver los restos de Lenin han tenido una alta estima por el “Padre” Lenin, como a veces fue llamado. Un joven que era miembro del partido comunista escribió que él una vez había pasado a mirar los restos del cuerpo de Lenin. En sus pensamientos había pedido que el Padre Lenin le ayudara a ser un mejor comunista. Después de hacerse cristiano, él reconoció este incidente como un tipo de “oración” a alguien que nunca le podría ayudar.

Se ha hablado de remover el cuerpo de Lenin del mausoleo y enterrarlo junto a su madre. Pero Vladimir Putin, el gobernador actual de Rusia, se opone. Él siente que la nueva inhumación implicará que generaciones de rusos han observado valores falsos durante los setenta años de gobierno comunista.

En Jerusalén se encontró una tumba vacía que se cree ser la tumba en donde Jesucristo una vez descansó. Muchos también visitan esta tumba, la cual resalta porque está vacía. No contiene los restos de Aquel que le dio fama.

El mensaje angelical suena claramente a través de las edades: No está aquí, pues ha resucitado, como dijo (Mateo 28:6).

Una visita a la tumba de Lenin, Mahoma, el soldado desconocido, entre otros puede servir para inspirar valentía o entusiasmo. Sin embargo, no hay necesidad de visitar la tumba vacía de Cristo para recibir inspiración. Uno puede caer arrepentido en cualquier lugar de la tierra y adorar al Señor resucitado y levantarse con fuerza sobrenatural. Un encuentro con el Señor resucitado nos hace

personas diferentes. Únicamente una “visita” a la tumba vacía al someternos a Cristo en fe puede resultar en transformación y propósito verdadero en la vida.

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:2). Aquí la palabra “transformaos” proviene del griego metamorphoo, de donde también tomamos la palabra metamorfosis; un cambio completo desde el interior. La humilde oruga experimenta una metamorfosis para convertirse en una hermosa mariposa.

La Biblia sostiene la promesa de una metamorfosis, un cambio completo, por medio del poder de Jesucristo. A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte (Filipenses 3:10). ¿Has experimentado esta transformación por la resurrección de Jesucristo que dejó vacía la tumba?

¿Qué significado tendrán para ti la cruz y la tumba vacía de Jesús al meditar en ellas en la Semana Santa? ¿Son únicamente sucesos sobre los cuales reflexionar en días especiales? ¿O son especiales estos sucesos para ti al experimentar su realidad en tu vida? ¿Te has arrodillado, no para adorar una cruz o tumba vacía, sino para confesar tus pecados y para recibir perdón mediante la sangre derramada de Jesucristo?

¿Has meditado sobre la tumba vacía para recordar y reclamar la victoria sobre el pecado y la muerte que puedes experimentar a través de Aquel que la dejó vacía? ¿Hallas seguridad en Jesucristo al seguirlo diariamente en la vida? Cuando te pregunto cómo sabes que Jesús vive, ¿puedes decir que él vive en tu corazón?

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:8-9).

De: Una mano amiga

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