La complejidad irreducible y el plan de la salvación

Este artículo no es tanto el de discutir la evolución, sino el de introducir el principio de la “complejidad irreducible” en la salvación de los pecadores por medio de Jesucristo. Esto no hace compleja a la salvacion, sin que enseña que los términos comunes se juntan para funcionar como uno solo.

Este pareciera ser un título difícil de entender, pero no lo es. Es tan sencillo como las partes que hacen funcionar una ratonera. Por cierto, Michael Behe usó la ratonera como una ilustración en su libro, Darwin’s Black Box (La caja negra de Darwin), para refutar a Darwin en su teoría de la evolución.

Charles Darwin creía que la complejidad de la vida se desarrolló a través de un largo plazo de tiempo. Y en este proceso gradual las formas de vida “sencillas” se fueron cambiando, por casualidad, en los sistemas complejos que tenemos hoy día.

Darwin fue lo suficiente honorable para reconocer que si los sistemas de vida no hubieran podido surgir a través de tal proceso gradual, su teoría habría sido muerta. Deseáramos que los darwinistas de hoy día tuvieran esa misma integridad.

Esto es donde el ejemplo de la ratonera de Behe entraba en el cuadro. Después de demostrar que cada componente de la ratonera tiene que funcionar y estar en su lugar específico para poder cazar ratones, (esto es el significado sencillo de “la complejidad irreducible”) Behe dio ejemplos de cosas vivientes donde la complejidad de su sistema no pudiera desarrollarse poco a poco.

Me parece que Darwin mismo no hubiera tenido que buscar más allá que la anatomía humana. ¿Cuál existió primero, el nervio óptico o el ojo? ¿La aorta o el corazón? ¿Cómo podríamos vivir con un corazón que aún no ha palpitado o pulmones que les falta otro millón de años para poder guardar oxígeno y expeler el dióxido de carbono? ¿Cómo puede la reproducción llevarse a cabo antes de que los sistemas reproductivos masculinos y femeninos estén funcionando bien?

Por cierto, Darwin cometió un doble error. Estaba equivocado en el nivel de la complejidad irreducible, pero en un nivel aún más básico, se equivocó en cuanto a los millones de años, la casualidad, y la ley de la supervivencia de los más aptos como los mecanismos para explicar lo maravilloso que es el universo conocido. La generación de Darwin no sabía que todo desarrollo de un ser vivo está preordenado en el código del ADN. Ellos no sabían que no hay ninguna forma de vida sencilla, y que cada célula del ADN tiene información inimaginable. Darwin no tenía ni la menor idea que el ADN desacredita toda su idea del desarrollo de lo sencillo a lo complejo a través de millones de años.

Por cierto, todo humano sí ha tenido sus ojos, oídos, corazón y pulmones medio desarrollados. Pero al contrario de la teoría de millones de años, eran protegidos y nutridos en el vientre de su madre. ¿Por millones de años? ¡No! La respuesta es nueve meses.

El propósito de este artículo no es tanto el de discutir la evolución, sino el de introducir el principio de la “complejidad irreducible” en la salvación de los pecadores por medio de Jesucristo. Esto no hace compleja a la salvación, sino que enseña que los términos comunes se juntan para funcionar como uno solo. Si tú creciste en una iglesia, conoces los términos como: el arrepentimiento, el nacimiento de nuevo, la fe, la gracia, la justificación y la santificación. Podemos estudiar y desarrollar cada tema individualmente, pero para funcionar, tienen que trabajar juntos en el orden divino.

Los evangélicos consideran a los anabaptistas conservadores como sectas o herejes que creen en la salvación por obras. Para muchos de ellos, la verdad es: “salvación por fe”. Una de las definiciones más claras de este concepto son las expresiones del finado Francis Schaeffer: “las manos vacías de la fe” o “la fe solamente”.

Ahora te sorprenderé. Ninguno de estos términos religiosos, ni todos ellos juntos, nos puede salvar. El argumento de “la fe o las obras” es vano. Si tuvieras toda la fe de los héroes en Hebreos 11, no te pudieras salvar. Por otro lado, si pudieras experimentar todo el sufrimiento, hacer todas las obras, y servir todo lo que sirvió el Apóstol Pablo, y aun mil veces más que él, no te salvarías.

Hace falta el punto más importante, que puede eficazmente capturar y encerrar toda nuestra terminología cristiana. El componente básico de la salvación es la sangre de vida del Hijo de Dios. Cada pecador arrepentido desde Adán hasta el tiempo de Jesucristo solo podía acercarse a Dios por medio de la sangre de un cordero perfecto sacrificado en el altar. El sacrificio de animales no pudo borrar el pecado, sino que señalaba al único que puede salvarnos—Jesucristo, el Cordero de Dios. Ya que él era sin pecado, su sangre es el único remedio para el pecado en cualquier etapa de la historia. La Biblia nos explica la razón. El pecado trae la muerte del alma, y por último, la perdición del cuerpo. La salvación tiene que contrarrestar la maldición del pecado. Señala directamente a la fuente de vida, como vemos aquí:

“Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona” (Levítico 17:11). El Nuevo Testamento toma esa declaración y revela su naturaleza exclusiva: “La sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:19).

Esta verdad revela la naturaleza traicionera del movimiento ecuménico que ha surgido dentro del cristianismo popular. El sociólogo Cristian Smith hizo un estudio extensivo que revela que más de la mitad de los jóvenes en las iglesias creen que hay otras maneras de llegar a Dios aparte de Jesucristo. Eso no nos debe sorprender, ya que hay algunos líderes muy populares que tienen muchísimos seguidores que no pueden confirmar que Jesús es el único camino. Esto sucede cuando las personas ponen su fe en la fe misma o en la gracia, y no en la sangre de Cristo.

Así como el ADN es el código de la vida, la sangre de Jesucristo es el código para la fe cristiana. Esto organiza y establece todas las piezas y funciones de lo que significa tener vida eterna.

No conozco toda la teología de Jonathan Edwards, pero él sabía que el mensaje de la fe y gracia no funciona sin el mensaje de la justicia y rectitud. Rehusaba ceder a los que buscaban un evangelio más fácil y estándares morales menos estrictos. Sabía que la fe y la gracia no cubrían el pecado, y que los “cristianos” que vivían según la carne vivían en muerte espiritual. También sabía que el mejor argumento en contra de la confusión moral de su pueblo era el infierno. Por esto, le dijo a su congregación: “no quiero asustarle sin motivo o presentar el caso peor de lo que es, pero creo que unas cuantas personas en esta congregación están en peligro inminente de ser condenadas por toda la eternidad”.

Obviamente Edwards sabía que los componentes variados de la vida eterna funcionan en harmonía en la vida del creyente. Su posición era sencilla: las buenas noticias son que las malas noticias son extremadamente malas. Solo hay esperanza para el pecador si él verdaderamente comprende esto. Pero por hablar esto, Edwards fue difamado y una facción descontenta aseguró que fuera cesado como pastor.

Si los pastores de hoy comprendieran lo terrible que es la ira de Dios, y si anunciaran de cuán grandes son el amor y la misericordia de Dios que nos da la vida eterna, tal vez podríamos ver por lo menos un remanente que verdaderamente aceptaría la profundidad del perdón, la misericordia y la gracia de Dios. Estos ejercitarían la fe como si ninguna otra cosa los pudiera salvar y caminarían en santidad como si su destino eterno dependiera de ella. Caminarían con Cristo y sufrirían por él como si no hubiera ninguna otra salvación. Y ciertamente no la hay.

De: Una mano amiga

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