El rechazo a la verdad tan predominante hoy es solamente un resultado más de las filosofías humanistas y paganas que han infiltrado las escuelas, los hogares y casi toda institución de la sociedad moderna. Por otra parte, con mi fe anclada en Dios y su Palabra, la Biblia, puedo vivir una vida veraz.
“Porque nuestras rebeliones se han multiplicado (…) el prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira. (…) La justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir” (Isaías 59:12-14).
Estas palabras parecen hablar de nuestro mundo moderno. ¡La verdad había tropezado en la plaza en los días de Isaías hace más de 2.500 años! La verdad, la verdad de Dios, está siendo desechada, sí, y aun pisoteada en las plazas de la sociedad moderna. Muchos dicen que no hay Dios; otros viven como si él no existiera.
La verdad es un bien que ya no se estima en la sociedad. En las audiencias judiciales las personas juran “decir toda la verdad y nada más que la verdad”, y usan el nombre de Dios o la Biblia como testigo. Sin embargo, es común que tuerzan la verdad o la desechen en el proceso. La juramentación se vuelve una farsa. En muchos juicios la verdad y los hechos realmente resultan bastante obvios, pero los aspectos técnicos y las presiones aparentemente paralizan al juez y al jurado al punto de que se les dificulta actuar sobre la verdad.
El rechazo a la verdad tan predominante hoy es solamente un resultado más de las filosofías humanistas y paganas que han infiltrado las escuelas, los hogares y casi toda institución de la sociedad moderna. Ni las iglesias se han librado. Los esposos y esposas se mienten y son infieles. En un mundo de competencia y rivalidad despiadada, la honradez en los negocios a menudo se tira por la borda. Muchos líderes políticos rehúsan divulgar la verdad; prefieren tergiversar los hechos para evadir la verdad. Algunos son descubiertos en sus mentiras, como nos lo recuerda el caso Watergate. Otros aparentemente se las arreglan, al menos por un tiempo.
Por medio de entregarnos a Dios podemos vivir por encima de la corrupción en nuestra sociedad; podemos desarrollar un mayor aprecio por la autoridad que nuestros vecinos y compañeros de trabajo. No es necesario que terminemos a la deriva y lejos de Dios, que es la única fuente de la verdad. El que conoce a Dios conoce la verdad.
“Dijo entonces Jesús: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).
Yo antes donaba sangre en el banco de sangre de mi localidad. Me pedían contestar una gran cantidad de preguntas; algunas muy personales. Todo para determinar si era seguro recibir mi donación de sangre. Al terminar de contestar las preguntas, una enfermera me daba un pequeño papel con dos calcomanías con códigos de barras. Entonces me daban una última oportunidad de indicar si creía que mi sangre no era segura, en caso de que hubiera mentido en una de las preguntas anteriores. Para ello, solo tenía que marcar una casilla en una de las calcomanías. Al principio me ofendió pensar que alguien dudara de mi palabra. ¿No me creían? Luego comprendí que aquel paso era necesario en nuestra sociedad. Sencillamente, la verdad ha tropezado en la plaza. Por otra parte, con mi fe anclada en Dios y su Palabra, la Biblia, puedo vivir una vida veraz. La verdad no ha tropezado en la vida de aquellos que siguen el plan de Dios para alcanzar salvación y dirigir su vida cotidiana.
Si queremos llevar vidas veraces, necesitamos nacer de lo alto y seguir a Jesús quien dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Cuando conocemos a Aquel que es la verdad, conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres (Juan 8:32). Seguiremos el ejemplo de Jesús de vivir una vida veraz.
Por medio de Jesús, Dios nos ofrece libertad de la mentira. La Biblia dice: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (Efesios 4:25). Además, la Biblia nos recuerda que “todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la Muerte segunda” (Apocalipsis 21:8).
No necesitas estar atrapado por la mentira y el engaño de un mundo que a su vez está bajo juicio. Puedes entregarle tu vida a Jesucristo y hallarás libertad y paz en él. ¿Quieres hacerlo hoy? Con una conciencia limpia podrás vivir la vida que vale la pena.
“No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad” (1 Juan 2:21).
Tú eres el camino
Tú eres el camino: únicamente a ti
Huimos de la muerte y el pecado;
Y el que busca al Padre,
Lo buscará, Señor, por ti.
Tú eres la verdad: únicamente tu Palabra
Imparte sabiduría en verdad;
Únicamente tú puedes informar la mente
Y purificar el corazón.
Tú eres la vida: la tumba abierta
Proclama tu brazo conquistador;
Y los que ponen su confianza en ti
No podrán ser dañados por la muerte ni el infierno.
Tú eres el camino, la verdad y la vida:
Concédenos conocer ese camino,
Guardar esa verdad, y ganar esa vida
Para gozar de ellas eternamente.
De: Una mano amiga