El hogar cristiano frente a los retos de hoy

Cuatro principios que son imperativos para tener un hogar exitoso. Son principios que destacan la diferencia entre la mentalidad perversa de la sociedad mundana y el plan divino de Dios. Seamos nosotros padres y madres piadosos, siguiendo los mandatos de Dios, viviendo en victoria y con éxito.

“Oh Señor, que nuestro hogar sea un verdadero ejemplo de un hogar cristiano.” Esta rogativa es admirable y debe ser el anhelo de todos los padres cristianos. Hoy día vemos una terrible decadencia de los valores de la sociedad con respecto a la familia. Frente a la presión que esta decadencia está imponiendo en nuestra sociedad, ¿habrá esperanza para los padres cristianos que desean preservar fielmente los valores bíblicos? Sí, hay esperanza, siempre y cuando estén dispuestos a hacerle frente a su responsabilidad con valor, y a toda costa adherirse a la verdad de la Palabra de Dios. En medio de la gran confusión que vive la sociedad de hoy, Dios pide que el padre de familia cristiano sea un hombre de Dios y de fe, dispuesto a dar dirección espiritual en su hogar (Efesios 5:25). La madre debe ser prudente, casta y cuidadosa de su casa (Tito 2:5). Lamentablemente, la sociedad de hoy ha perdido el respeto para el orden de autoridad que Dios ha establecido, y menosprecia a la mujer que se dedica a ser ama de casa y no procura una carrera profesional. Se considera una carga pesada y costosa el tener hijos. Pero la Biblia dice que los hijos son herencia de Dios. Jesús repetidas veces usa a los niños como una comparación para explicar cómo entrar en el reino de Dios.

Ahora queremos examinar cuatro principios de 1 Pedro 3:1-7 que son imperativos para tener un hogar exitoso, según el plan de Dios. Son principios que destacan la diferencia entre la mentalidad perversa de la sociedad mundana y el plan divino de Dios.

El principio de la distinción entre el hombre y la mujer

Hay diferencias fundamentales entre el hombre y la mujer; distinciones que Dios definió al momento mismo de la creación. Podemos apreciar esas diferencias porque Dios es el que las ha creado.

Por ejemplo, el hombre por lo común es más dado a tomar decisiones rápidas y actuar de modo decisivo, mientras que la mujer tiende a ser más cautelosa e influida por los sentimientos. La mujer tiene muy presente sus sentimientos, mientras que el hombre puede esconder sus sentimientos más fácilmente. La mujer tiende a sufrir más frente a una situación decepcionante, mientras que el hombre trata de olvidar cuanto antes. Es importante que el esposo tome en cuenta estas diferencias entre ellos en su trato el uno con el otro. El marido debe recordar que su esposa frecuentemente necesita de afirmación de su amor para con ella. Dios manda que el marido ame a su esposa y que la esposa respete a su marido. De esa forma, ambos representan la verdad del amor de Cristo y la relación que él tiene con su iglesia. Tal relación entre los esposos es un verdadero testimonio de las verdades bíblicas.

El principio de la sumisión

Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos” (1 Pedro 3:1). La sociedad moderna no quiere tomar en cuenta el principio de la sumisión. Sin embargo, la Palabra de Dios es muy clara. Dios manda que la esposa se someta a la autoridad del marido, y así represente la sumisión que Dios exige de la iglesia de Cristo.

El ejemplo de Sara, la esposa de Abraham (1 Pedro 3:6), nos muestra su respetuosa sumisión y obediencia a su esposo. Ella le mostró respeto por medio de sujetarse a su autoridad. La esposa que respeta el orden de autoridad que Dios ha establecido, sujetándose al liderazgo de su esposo, goza de una libertad y seguridad que otras no conocen. Una sujeción alegre y voluntaria produce una realización femenina que de otro modo no se experimenta. Además, cuenta con la aprobación de Dios.

El principio de adornar

Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible” (1 Pedro 3: 3-4). La esposa virtuosa desarrollará una verdadera belleza interna.

Su esfuerzo de agradar a su esposo será mucho más eficaz si pone por obra los valores que Dios tiene en alta estima. Esto significa que se vestirá con modestia y el adorno interno de un espíritu afable y apacible, lo cual no tiene precio. Tanto el esposo como la esposa que se han dedicado a andar a diario en santidad, son de gran estima delante de Dios. No que sean perfectos, pero, cuando cometen faltas, estarán siempre dispuestos a arrepentirse y volver al orden de Dios. Los esposos cristianos desean ser llenos del Espíritu Santo y de su Palabra, y tener la aprobación de Dios, lo cual es de muchísimo valor. “Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:15).

El principio del amor

Maridos … dando honor a la mujer … como a coherederas de la gracia de la vida” (1 Pedro 3:7). El amor que Dios espera que el marido y la esposa se expresen mutuamente es una relación sacrificial y sin egoísmo. Es decir, el amor verdadero se niega a sí mismo por el bien del otro. El esposo tiene el deber, dado por Dios, de velar por las necesidades particulares de su esposa, tomando en cuenta que la mujer es el vaso más frágil y necesita de un cuidado cariñoso. En su trato con ella es necesario que tome en cuenta sus necesidades emocionales, sociales, espirituales, y físicas. El amor del marido se reflejará en su consideración de los sentimientos de su esposa, en su compasión por sus necesidades, en la bondad que le muestra, en el amor ágape que tiene por ella, en su respeto por ella, en la ternura con que la trata, en la cortesía que practica con ella, en la forma en que la perdona, y en la humildad con que la trata. La esposa también debe mostrar estas cualidades en su trato con su marido. Cuando estas cualidades abundan en ambos, Dios puede obrar libremente en el hogar y facilita la armonía en la familia.

Ahora, vamos a considerar dos personajes de la Biblia que nos sirven de ejemplo de lo que es vivir según el plan de Dios. Son personajes que dieron un testimonio fiel y claro de las verdades bíblicas que Dios estableció.

-ABRAHAM-

Dejó la idolatría

Dios capacita a los que confían en él para que vivan según su plan en cualquier cultura en que se encuentren. Él llamó a Abraham cuando este aún habitaba en medio de un pueblo idólatra en la tierra de Ur. Le prometió hacer una nación grande de él y bendecir a todas las familias de la tierra por medio de él. Aunque Abraham no entendió cómo iba a cumplir Dios esa promesa, él obedeció y dejó a su pueblo natal para emprender un viaje sin saber a dónde iba.

Una actitud de peregrino

Hoy día, Dios nos llama a una vida separada del mundo, y unida a él, así cómo también llamó a Abraham. Somos peregrinos en este mundo como lo era Abraham. Sólo vamos de paso. No nos vamos a quedar en este mundo. A veces Dios nos pasa por experiencias muy difíciles en nuestro peregrinaje. Pero, para ser victoriosos en medio de esas experiencias, tenemos que obedecerlo, como lo hizo Abraham, y considerarnos peregrinos aquí en la tierra.

Los altares a Dios

Algo sobresaliente y bello de la vida de Abraham es que él edificaba altares a Dios. Padre, ¿ha edificado usted un altar para su familia? Me refiero al culto familiar de cada día en su hogar. ¿Está haciendo de su parte para que el culto familiar estimule a la familia a la piedad y adoración a Dios? Este rato juntos en familia puede contribuir mucho a que la familia se afirme en los principios de la Palabra de Dios.

La fe

Abraham demostró una fe en Dios que no se movía fácilmente y su vida daba testimonio de piedad. Estas dos cualidades son esenciales para tener éxito como padre de familia. Abraham estaba “plenamente convencido de que [Dios] era también poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Romanos 4:21). Por la fe que Abraham demostró, “fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23). Dios dijo esto de Abraham: “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová” (Génesis 18:19).

-ANA-

La abnegación

Ana era la esposa de un varón llamado Elcana, pero no podía tener hijos. Sin embargo, a pesar de ser víctima y objeto de burla de parte de la otra mujer de Elcana, observamos en Ana un espíritu admirable de entrega y abnegación. En su petición a Dios por un hijo, ella hace un voto que dedicaría al hijo que Dios le diera a su servicio. En su oración dijo: “Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza” (1 Samuel 1:11). Después vemos que Ana no se aferra a sus afecciones maternas, sino con sincera abnegación devuelve a Dios lo que él le había dado.

Una mujer de oración

Como ya vimos, Ana llevó sus angustias y necesidades a Dios en oración. En 1 Samuel 1:15, ella dice que había “derramado mi alma delante de Jehová”. Éste es un gran ejemplo de fe para la mujer cristiana de hoy que también enfrenta las cargas y angustias que conllevan la vida de una madre. Después vemos en su hijo Samuel que éste también era un hombre de oración tal y como había aprendido del ejemplo de su madre. (1 Samuel 12:23).

Influencia

Madre, su influencia en el hogar será un gran factor en la vida de su hijo y en la obra y servicio que desempeñará en el futuro. Vemos el ejemplo de Samuel que vivió en el templo desde una temprana edad para servir allí. Parece que en el templo no se dejó influir por la conducta perversa de los hijos de Elí. Siempre mantuvo un testimonio excelente y fue un siervo fiel hasta el final de su vida. Sin duda, la influencia de su madre hizo un gran efecto en su vida.

En conclusión, tanto Abraham como Ana eran personas de devoción singular a Dios. Su vida demostró una completa entrega a Dios, sin egoísmo. Confiaron en que Dios supliría las necesidades de su familia. Ambos figuran como un excelente ejemplo de padres fieles. Su testimonio resplandece hasta el día de hoy como luminares en un mundo muy oscuro. Seamos nosotros también padres y madres piadosos, siguiendo los mandatos de nuestro Dios y dando al mundo un testimonio de victoria y éxito.

Tomado de: La Antorcha de la Verdad (julio- agosto 2019)

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La Langue
Español
Auteur
Floyd Stoltzfus
Éditeur
Publicadora La Merced
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