En cuanto al pecado

La única manera segura y veraz de entender qué es el pecado es por medio de consultar la Biblia, la Palabra de Dios para la humanidad pecaminosa. Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y clamamos al Señor Jesús, hallamos perdón y él nos limpia “de toda maldad” (1 Juan 1:9).

Sería interesante que salieras a tu pueblo o ciudad e hicieras la pregunta: “¿Qué es el pecado?” ¿Cuáles respuestas recibirías? ¿Habría tantas respuestas como hay personas? ¿Qué responderías tú ante tal pregunta?

Algunos dirían que robar, matar o cometer adulterio normalmente es pecado. Sin embargo, también dirían que hay ocasiones en que no lo es. Quizá te digan que robar para alimentar a la familia es permisible. Quizás matar en defensa propia no sea malo. Tal vez el adulterio no sea pecado para mí si mi cónyuge ya anda con otro compañero.

Hace algunos años un psiquiatra escribió un libro titulado ¿Qué habrá pasado con el pecado? Aquel título me hizo entrar en curiosidad, así que compré el libro en una tienda de libros usados. El escritor tenía muchos buenos pensamientos. Se angustió al ver que el mundo buscaba solucionar sus problemas y hablaba sobre la moralidad sin ni siquiera mencionar el pecado. Él concluyó que debemos tener un sistema organizado de cosas que son buenas y malas. Algunas de estas cosas deben ser identificadas como pecado y, por lo tanto, deben estar prohibidas. Continuó diciendo: “La única manera de tratar con la depresión que atormenta a los religiosos, los psiquiatras y la gente corriente es por medio de un entendimiento claro del pecado.

El escritor psiquiatra tenía razón en lo que dijo; sin embargo, no dio ninguna orientación específica sobre lo que es pecado y lo que no lo es. Dejó esa decisión en manos de las varias religiones o aun de la sociedad. No obstante, sabemos que varios credos y personas llegarán a conclusiones diferentes sobre qué es el pecado. ¿Es posible realmente definir el pecado de esta manera?

  • Identifica el pecado como lo que realmente es...
  • Confiesa el pecado y arrepiéntete...
  • Rechaza el pecado...
  • Acepta el rescate del pecado que Dios te ofrece.

¿Qué dice la Biblia?

Realmente, la única manera segura y veraz de entender qué es el pecado es por medio de consultar la Biblia, la Palabra de Dios para la humanidad pecaminosa. La palabra pecado o pecados se halla en más de 500 versículos en la Biblia. La Biblia también usa muchos sinónimos para el pecado tales como transgresión, rebelión, desobediencia, injusticia, infracción y maldad. Además, la Biblia menciona muchos pecados específicos tales como la idolatría, la hechicería, la lascivia, el adulterio, la mentira, el hurto, el homicidio, el odio, la envidia (los celos), la codicia (la avaricia) y muchos más.

La Biblia define el pecado como la infracción (desobediencia) a la ley de Dios (1 Juan 3:4-5). “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción [desobediencia] de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él”. El pecado viola el estándar de Dios sobre lo que es bueno y lo que es malo. Infringir el territorio de otro es meterse donde uno no debe; entrar en la propiedad que no nos pertenece. Así que, cuando un hombre tiene relaciones sexuales con una mujer que no es su esposa, ha tomado lo que no le pertenece.

Cuando alguien roba, obviamente toma algo que no le pertenece. La Biblia define a cuáles lugares no debemos ir y cuales cosas no debemos tomar porque no nos pertenecen.

Muchos tienden a poner excusas por sus acciones o pensamientos al decir: “Pero lo que yo hago realmente no es pecado”. Es muy fácil engañarnos a nosotros mismos y decir: “No es tan malo lo que hago”. O quizá: “Los demás lo hacen”. O: “Realmente no me siento mal; por lo tanto, debe estar bien”. O: “Dios me hizo como soy, entonces él me entiende”.

El pecado puede ocurrir en los pensamientos, en la mente. “Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él” (1 Juan 3:15). Jesús dijo: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). Y, por supuesto, lo que está en la mente sale en nuestras palabras y hechos.

La Biblia no enseña que el pecado es la ausencia de lo bueno o una ilusión que resulta de las limitaciones humanas. La verdad es que es un mal; es desobediencia a Dios. Es la rebelión de hombres y mujeres hacia su Creador.

Si no se trata el pecado en la vida, produce Muerte espiritual. “Porque la paga del pecado es muerte,  mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). Sin embargo, no es necesario que el pecador tenga que sufrir separación eterna de Dios. Jesucristo ha provisto una manera en que podamos hallar libertad de nuestro pecado y recibir vida eterna por medio de Cristo.

Por tanto, ¿cómo escapamos de las consecuencias eternas de vivir en pecado y desobediencia a Dios?

  1. Identifica el pecado por lo que es y, además de eso, reconoce como pecado las cosas que te llevan a pecar. Admite prontamente delante de Dios y otros que has pecado y que has desobedecido a Dios. ¿Estás dispuesto a decir: “Me equivoqué”? El rey David en el Antiguo Testamento cometió inmoralidad y reconoció que tenía que identificarla por lo que era. Él dijo: “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí” (Salmo 51:3). Luego reconoció que su pecado era primeramente una violación de la ley de Dios. “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos”.
  2. El siguiente paso es confesar ese pecado y arrepentirnos de él. Primeramente, lo confesamos a Dios y luego a otros que saben que hemos pecado o que han resultado perjudicados por nuestro pecado. “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13). “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Juan 1:9-10).
  3. El próximo paso es abandonar el pecado y las cosas que nos llevan al pecado. El hijo pródigo volvió a su hogar y rechazó las influencias malvadas que lo habían llevado tan lejos en su rebelión contra Dios. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:7).
  4. El cuarto paso es aceptar el camino de libertad del pecado que Dios ha proporcionado. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. Por tanto, amados míos, huid de la idolatría” (1 Corintios 10:13-14). Huir de la idolatría significa apartarse de las cosas que nos pueden seducir al pecado. Quizá sea licor, drogas o una relación con los “amigos” que nos incitan a desobedecer a Dios. Quizá sea una adicción a la pornografía, las redes sociales u otras cosas que contaminan la mente.

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¿Cómo hallo el perdón?

¿Alguna vez te has visto desanimado porque alguien rehúsa perdonarte por algo que hiciste? Puedes suplicarle a la persona y hacer todo lo posible por hacer restitución, y siempre te rechaza. Descubres que estás completamente a la merced de la persona que heriste. Quizá también conozcas la emoción y la paz mental que llega cuando alguien te dice las dos sencillas palabras: “Te perdono”.

Quizá no merezcas el perdón ni puedas deshacer el daño que has causado, pero qué gozo trae el perdón.

De igual manera sucede con Dios. La Biblia dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Nunca podremos deshacer todo el daño que le hemos causado a nuestro Creador, pero Dios envió a su único Hijo, Jesucristo, a librarnos de la culpa de nuestro pecado. “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7).

En la Palabra de Dios, la Biblia, hallamos las medidas a tomar para hallar perdón por medio de Jesucristo. Confiesa tu pecado y clama al Señor Jesús.

“Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación (…) porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. (Romanos 10:9-10,13).

Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y clamamos al Señor Jesús, hallamos perdón y él nos limpia “de toda maldad” (1 Juan 1:9).

El perdón y el arrepentimiento no se experimentan una sola vez. Tenemos que continuar en los pasos de Jesús y huir del pecado. Jesús dijo: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más” ( Juan 8:11).

De: Una mano amiga

جزئیات
زبان
Español
نویسنده
Roger Berry
ناشر
Maná Digital
موضوعات

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