La pregunta “¿qué es una mujer?” se ha planteado recientemente con aparente seriedad; y así, después de intentar no reírnos, también abordaremos el tema con seriedad.

Dios ofrece al menos dos respuestas. La primera es una respuesta biológica y se puede resumir como “XX”. En otras palabras, dentro de cada célula del cuerpo humano (sin contar los glóbulos rojos), hay un núcleo, y dentro del núcleo están los cromosomas. Los cromosomas contienen lo que podríamos llamar el plano de la persona: la información que hace que la persona sea alta o baja, robusta o delgada, de ojos azules o marrones. El núcleo de una célula normal contiene veintitrés pares de cromosomas. Un par determina el sexo de la persona. La persona cuyas células contiene un cromosoma X y un cromosoma Y resulta ser hombre. Si las células contienen dos cromosomas X, la persona resulta ser mujer. Los libros de biología de décimo grado relatan esta historia genética en detalle.

Aunque disgustemos a las personas que quisieran complicar un tema sencillo, ahí lo tienen. ¿Qué hacemos con los miles de millones de tejidos de células que claramente muestran el género?  Antes de hablar de que si un cambio de género es apropiado o no, hablemos de que si es posible. La cirugía y la terapia no cambian el simple código de Dios de XY y XX.

La segunda respuesta es más intuitiva. Un famoso músico de jazz lo resumió cuando le preguntaron: “¿Qué es el jazz?” Entonces, él respondió: “Si te lo tienen que explicar, nunca lo sabrás”. La Biblia dice más o menos lo mismo sobre la condición de la mujer. En lugar de definir a las mujeres, la Biblia da ejemplos. En los primeros capítulos de Génesis nos cuenta cómo comenzó la femineidad, y sus páginas cuentan las historias de muchas mujeres, buenas y malas.

Entonces la Biblia da un giro y hace su propia pregunta.

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? (Proverbios 31:10). Aunque la Biblia no nos dice cómo convertir a un hombre en mujer, sí nos dice cómo una mala mujer puede transformarse en una buena mujer.

  • Rahab, una ramera de Jericó llegó a ser un miembro respetado del pueblo de Dios (Josué 2, 6:22-25).
  • Rut, criada como idólatra, halló al Dios de su suegra (Rut 1).
  • Betsabé, tras haber caído en pecado, fue perdonada y llegó a ser la madre de Salomón (2 Samuel 12:24-25).
  • Una mujer que tuvo cinco maridos entabló una conversación profunda con el Señor y luego les contó a los hombres de su ciudad, ¿No será éste el Cristo? (Juan 4:1-30).
  • Una mujer arrestada en el acto de adulterio recibió el perdón de Jesús. Además, Jesús también le dio un mundo lleno de nuevas posibilidades: vete, y no peques más (Juan 8:1-11).
  • María Magdalena, que alguna vez refugió siete demonios, fue transformada. Ella estuvo junto a la cruz de Jesús (Juan 19:25) y fue la primera persona en ver a Jesús después de que resucitó de entre los muertos (Marcos 16:9).

Hubo otras mujeres que nunca se preguntaron: “¿Qué es una mujer?” Sencillamente se preguntaron: “¿Cómo puedo servir al Señor siendo mujer?”, y hallaron su lugar.

Una mujer vino y derramó ungüento perfumado en la cabeza de Jesús, y cuando los hombres se quejaron, Jesús le dio un cumplido sencillo pero grandioso: Ésta ha hecho lo que podía (Marcos 14:8).

  • Dorcas, que parece haber sido una mujer soltera, hacía ropas y abrigos para los pobres (Hechos 9:39).
  • Lidia, una mujer de negocios, hospedó a varios evangelistas viajeros en su casa (Hechos 16:15).
  • Loida y Eunice, abuela y madre de Timoteo, influyeron en él para que se convirtiera al cristianismo. Posteriormente él sirvió como obispo de la iglesia en Éfeso (2 Timoteo 1:5).

Muchas mujeres, unas con nombre y otras sin mención, han encontrado maneras de agradar al Señor con la confianza de que incluso un vaso de agua fría finalmente tendría su recompensa (Mateo 10:41-42). Empleadas, mecanógrafas, artistas, maestras, tías y por supuesto, madres, que lo hacen todo “por un abrazo”, hallarán al final que el Señor observaba con interés todo el tiempo.

Una anciana se quejó frente a un visitante de que ya no podía hacer nada útil. A lo que él respondió: “Puedes orar”. Después de eso, la hija de la anciana notó ocasiones en que su madre elevaba su corazón al Señor. La hija les dijo a sus amigos: “Me pregunto por quién oraba ella”.

Una vez que respondamos a la pregunta Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?, también hallaremos la respuesta a la pregunta “¿Qué es una mujer?”

De: Una mano amiga

جزئیات
زبان
Español
نویسنده
David L. Martin
ناشر
Maná Digital

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