El trato social y la Biblia

Aunque la sociedad cree y actúe de una forma incorrecta, los cristianos tienen el deber de mostrar el corazón de Dios en estos asuntos. Nuestros pensamientos y creencias tienen que ser formadas por medio de los principios de la Biblia. Que seamos hallados en acuerdo con el Creador de toda humanidad.

El trato social y la Biblia

A través de la historia se ha visto mucha discriminación entre personas. La historia está repleta del machismo y del menosprecio del pobre, del analfabeto, de las razas supuestamente menos desarrolladas, y del extranjero. Cuántos conflictos armados se han desatado a causa de diferencias religiosas. Este mal del trato social o de la acepción de personas obviamente proviene del orgullo y el egoísmo nacidos de la condición depravada y pecaminosa del ser humano.

Hoy en día, los movimientos humanistas han pretendido hallar la solución a estos problemas. Se cree que lograr una igualdad social a nivel global es la solución. Con el fin de realizar sus objetivos, se han valido de las filosofías humanas y no de lo que dice Dios al respecto. Los movimientos feministas creen que la igualdad social de la mujer es la solución. Los gobiernos creen que se halla en las ayudas humanitarias, los derechos humanos, y la política. Muchos, sobre todo los que se consideran pueblos del tercer mundo, creen que la educación arreglará este problema. Los grandes movimientos religiosos están pidiéndose perdón por los conflictos de muchos siglos y enseñan que el camino de todos conduce hacia Dios.

¿Se estarán logrando la igualdad y el respeto mutuo a como Dios lo ve? ¿Es Dios glorificado con los valores que el hombre ha establecido para relacionarse con otros? ¿Por qué rige aún la idea de que el rico es más que el pobre y que el que tiene preparación académica es más que el analfabeto? ¿Por qué persiste tanto afán por ser más que el otro? ¿Por qué se eleva al grande y se menosprecia al que es considerado menos importante? ¿Por qué se pisotea al prójimo en el afán de subir los escalones de lo que el mundo llama el éxito?

En el mundo de hoy, el ser humano tiende a poner el valor de la persona según su importancia en la sociedad, su inteligencia, su preparación académica, su valor económico, su familia, su raza, su nacionalidad, su religión, y muchas cosas más. Cuando una persona no reúne los requisitos que se le pone, o no alcanza los ideales que se espera de ella, la tienen en menos y se justifica el maltrato. El racismo es resultado de esta manera de pensar y se muestra de muchas maneras distintas. Muchas guerras hoy son resultado de algún prejuicio racial o étnico.

Dios tiene algo que decir al respecto. Aunque la sociedad cree y actúe de una forma incorrecta, la iglesia de Cristo tiene el deber de mostrar el corazón de Dios en estos asuntos. Somos llamados a ser la luz del mundo. Tenemos que guardarnos de las corrientes de pensamiento de este mundo y no contaminarnos con las ideas humanistas. Veamos lo que dice Dios.

El adinerado

¿Tratamos con más respeto a los que tienen más riquezas? Santiago 2:8-9 dice: “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores.¡Qué palabras tan fuertes! Hacer acepción de personas es pecado. Estos versículos se encuentran en el contexto de un pasaje que habla de cómo relacionarnos con los ricos y los pobres (Véase Santiago 2:2-7). Los versículos que siguen hablan de las obras y la fe. El versículo 17 dice: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.Nos dice que nuestras actitudes y acciones hacia otras personas tienen tanta importancia como nuestra creencia en Dios. En Proverbios 14:31 y 17:5 nos dice que oprimir al pobre o burlarse de él es ofender a Dios. Debemos tratar con igual respeto a los pobres y a los ricos, y no hacer acepción de personas.

La inteligencia

¿Estimamos más a las personas que consideramos más inteligentes? Dios ha creado de una forma especial y única a cada persona. Tiene un propósito para cada uno. Cuida con un cuidado especial la formación de cada uno desde el vientre de la madre. David, con palabras claras y bellas en el Salmo 139:13-16 dice: “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.”

Dios es el que proporciona los dones y las capacidades de cada uno según lo que le parece bien a él (1 Corintios 12:11). Las capacidades no le hacen a uno más importante que otro. El apóstol Pablo, en el mismo versículo advierte: “no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener”. En la parábola de los talentos en Mateo 25, Jesús nos enseña que Dios se fija más en la fidelidad de la persona que en sus capacidades. El señor recompensó a los siervos por su fidelidad, y no por sus capacidades. Para Dios, cada ser humano es precioso. Alguien dijo así: “Dios no hace basura, por tanto, todos somos preciosos para él”. Uno no es más importante, ni de más valor por ser más inteligente que otro, ni por tener más preparación académica.

La nacionalidad y la religión

¿Cómo reaccionamos ante personas de otros grupos étnicos o de otras religiones? ¿Clasificamos a todos los individuos de un grupo por las acciones de unos pocos? Como seres humanos tendemos a creer que lo nuestro es lo mejor, y menospreciamos a personas de otras culturas, nacionalidades, y religiones. Esta tendencia ha sido motivo de muchos conflictos y muchas guerras en el pasado, y aún persiste hoy día.

Jesús nos enseña claramente que para sus seguidores esos prejuicios no deben existir. En el ejemplo de su vida aquí en la tierra, mostró vez tras vez su aceptación de toda clase de persona. Un ejemplo de su vida que resalta fue su actitud para con los samaritanos. Ellos arrastraban desde hacía siglos una cultura mezclada con extranjeros y una religión distinta a la de los judíos. Aunque Jesús no estuviera de acuerdo con las creencias de ellos, él nunca los menospreció como personas.

La Biblia dice claramente que el evangelio es para todos, tanto los gentiles como los judíos. Jesús dijo que “todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16). En Juan 14:6 leemos que Cristo es el único camino a Dios. Dios nos manda mostrar esto al mundo por amor, no por fuerza ni desprecio. En el Antiguo Testamento, Dios les dice repetidas veces a los israelitas que no deben despreciar a los extranjeros (Levítico 19:33-34). En Hebreos 13:1-3 tenemos estas amonestaciones: “Permanezca el amor fraternal. No os olvidéis de la hospitalidad…Acordaos de los presos…y de los maltratados…

La igualdad entre los sexos

¿Tienen ambos sexos el mismo valor, o despreciamos a uno de ellos? La Biblia enseña claramente que el hombre y la mujer no desempeñan el mismo papel en el hogar, la iglesia, y la sociedad. Dios le dio al hombre la responsabilidad de ser cabeza y líder del hogar para dirigir los asuntos de la vida (Efesios 5:22-23). A la mujer la creó más frágil y en su perfecto plan, manda que ella se sujete al hombre (1 Pedro 3:7; Efesios 5:24). Sin embargo, Dios atribuye el mismo valor a la mujer que al hombre. Hebreos 11, un capítulo que enumera los héroes de la fe, incluye tanto mujeres como hombres en la lista. Pablo le dice a Timoteo que su fe es fruto de la fe de su madre y de su abuela (2 Timoteo 1:5). En las epístolas a Timoteo y Tito, Pablo les da consejos de cómo relacionarse con los hermanos y las hermanas en las iglesias. Pedro les dice a los maridos que deben dar honor a la mujer “como a coherederas de la gracia de la vida”, y agrega que de ser lo contrario, Dios no escuchará las oraciones del marido (1 Pedro 3:7). La Biblia nos enseña que somos iguales en lo que se refiere a valor y a importancia como persona en el reino de Dios (Gálatas 3:28). Dios no da lugar ni para el machismo ni el maltrato de la mujer, ni para que la mujer pretenda desempeñar el papel que le corresponde al hombre.

El racismo

¿Somos culpables de la discriminación racial? Los que han estudiado la genética y el ADN nos dicen que cuando se compara el ADN de dos personas de distintas razas, hay una diferencia de solamente dos décimos de uno por ciento (0,2%). Además, sólo el 6% de esa diferencia tiene que ver con ser de distintas razas.

Casi siempre, al comparar las diferencias entre las razas, pensamos mayormente en el color de la piel. Aunque en el mundo hay mucha variedad en los colores de la piel, en realidad todos tenemos el mismo tipo de piel. Lo que varía es la cantidad de melanina (un pigmento colorante de los tejidos) que está presente en la piel.1 Esto significa que la diferencia entre personas de distintas razas es muy poca. Esto concuerda con lo que dice en Hechos 17:26: “Y de una sangre ha hecho (Dios) todo el linaje de los hombres.”

Unos 1650 años después de la creación, Dios destruyó al hombre con un diluvio. Sólo Noé y su familia se salvaron. Luego, Dios bendijo a Noé y le dijo a su familia que se dispersaran y que llenaran la tierra (Génesis 9:1). Pero en el capítulo 11 de Génesis vemos que la gente se rebeló contra el plan de Dios y decidió construir una torre que le haría renombre entre las naciones. Eso fue en contra del consejo y la voluntad de Dios. Él detuvo la obra por medio de confundir las lenguas.

¿Qué sucedió después? La gente se dispersó, probablemente según las diferentes familias de lenguas. Se cree que entre esa confusión de lenguas, había menos de 100 idiomas distintos, ya que los expertos dicen que existen menos de 100 familias de lenguas en todo el mundo. Como resultado de aquel suceso, hoy se han desarrollado cerca de 7.000 lenguas según algunas estadísticas. Junto con esto, también se ha formado una gran cantidad de razas y grupos étnicos. Pero recordemos que todas las razas descienden de la familia de Noé. Recordemos también que el color de la piel nada tiene que ver con el valor de la persona ante Dios, ni el respeto que nosotros debemos tener unos para otros.

Existe otra cosa en que toda la raza humana está igualada. Es su necesidad espiritual. Romanos 3:23 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Ninguna raza humana, por más desarrollada que sea, se escapa de esta realidad. Nadie tiene entrada en el cielo por su propia justicia. En Juan 14:6 Jesús dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Para acercarnos a Dios, todos tenemos que usar el mismo medio. Dios no hace acepción de personas.

En los últimos 200 años el machismo y el racismo han sido promovidos por las ideas de hombres como Carlos Darwin, entre otros. Intentaron probar por medio de la ciencia que el hombre ha evolucionado más que la mujer y que algunas razas humanas se han desarrollado más que otras, y por lo tanto, son superiores.2 Estas ideas y enseñanzas apoyaron la esclavitud de los negros, y el exterminio de los 9judíos en Alemania bajo el mando de Hitler. También han sido la raíz de muchas otras injusticias sociales que vemos hoy en día.

Pero desde el principio de la creación, Dios se dio a conocer como uno que no hace acepción de personas. Moisés en los últimos días de su vida, exhortó mucho a los israelitas. Al hablarles del Dios creador, de los milagros que hizo a favor de ellos, y de su justo juicio, les dice en Deuteronomio 10:17: “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho.” Pablo también dijo en Romanos 2:11: “Porque no hay acepción de personas para con Dios”. En Colosenses 3:11 dice: “Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.El apóstol Pedro era un judío cuya cultura enseñaba la discriminación de los gentiles. Sin embargo, un día, al encontrarse en la casa de un gentil llamado Cornelio, dijo lo siguiente: “A mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo”  (Hechos 10:28). También dijo: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas” (v. 34). Además, son muy bellas las palabras que hallamos en Apocalipsis 7:9 y 14: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; … Éstos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.Dios nos ama a todos por igual y ofrece la salvación por medio de Jesucristo igualmente a todo ser humano.

La sociedad tiene una idea muy extraviada y equivocada de “quién” soy yo. Este hilo de pensamiento está muy presente en los medios de comunicación y en los grupos sociales que promueven las ideas del mundo de hoy día. Por todos lados somos bombardeados con esas ideas falsas. ¿Cómo debe la iglesia de Cristo responder ante tales ideas y amenazas de la sociedad? En todos esos casos, nuestra guía de pensamiento y creencia tiene que ser formada por medio de los principios que nos enseña la Biblia. Sólo con la base fundamental de la Palabra de Dios como punto de partida estaremos de acuerdo con nuestro Creador. De lo contrario, no podemos esperar encontrarnos dentro de esa gran multitud que está delante del trono de Jesús. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”  (Romanos 12:1-2).

Tomado de: La Antorcha de la Verdad (septiembre - octubre 2016)

1 ChristianAnswers.Net, Where Did Human Races Come From?
2 Institute for Creation Research, Evolution and Modern Racism por Henry M. Morris Ph.D.
Cite this article: Morris, H. 1973. Evolution and Modern Racism. Acts & Facts. 2 (7).

Detalles
Idioma
Español
Autor
Daniel Lapp
Editorial
Publicadora La Merced
Temas

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