El calvario excluye la evolución

La evolución es una religión de muerte: defiende un proceso que requiere la muerte de multitudes de criaturas para que haya un desarrollo. Al contrario, la esperanza del cristiano radica en la destrucción de la muerte en el calvario. ¡Jesús es el ministro de la vida y de vida abundante!

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (Romanos 5:12)
“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” (1 Corintios 15:22)

Recientemente hablaba con unos jóvenes en la ciudad de Nueva York. Después de unos comentarios conflictivos sobre la creación y la evolución, uno de ellos dijo: “En mi opinión, la evolución y la Biblia coinciden muy bien”. Esta declaración pone de manifiesto el intento de muchos supuestos creyentes que profesan fe mientras defienden la idea de la evolución. Debido a la ignorancia del tema y su lealtad a la ciencia secular, los llamados cristianos se entregan al dogma evolutivo. Los medios de comunicación reafirman estas creencias con una dieta continua de información falsa y especulaciones.

El conflicto irreconciliable

Esta mezcla de fe con pseudociencia ataca los mismos fundamentos de la doctrina cristiana. Cuando Jesús dio su sangre, conquistó la muerte que vino por medio del pecado. “Por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:21-22). Si la muerte no fuera resultado del pecado del hombre, y hubiese llegado a un mundo prehistórico, millones de años antes de la aparición del hombre, la redención de Jesús no habría vencido la muerte, ya que el pecado de Adán no habría sido la causa. La evolución coloca al hombre al final de una larga cadena de lucha, sufrimiento, muerte y sobrevivencia de multitudes de organismos biológicos. Aunque muchos religiosos renombrados han fraguado ideas para disimular este hecho, los evolucionistas lo entienden muy bien.

H.G. Wells (1866-1946), un historiador y escritor de ciencia ficción, dijo: “Si todos los animales y el hombre hubieran evolucionado en esta manera ascendente, no habrían existido los primeros padres, ni el Edén, ni la caída. Y si no existió la caída, se derrumba como un castillo de cartas toda la estructura histórica del cristianismo, la historia del primer pecado y la razón de una redención, sobre la cual se basa la presente enseñanza sobre las emociones y la moralidad cristiana”.

Interpretación defectuosa = error

Estos inventos humanos rechazan las evidencias en el mundo de Dios y su Palabra. No son más que una mezcla falsa de la filosofía humana con la fe cristiana. Y dicha mezcla lleva a graves incongruencias. Por ejemplo, si todo era muy bueno en el Edén, ¿cómo puede ser que Adán y Eva tuvieran que labrar una tierra que ya abundaba con fósiles de criaturas muertas?

Ya que dicha información es verdad, siempre estará en armonía con la observación científica. Es decir, concuerda con la evidencia observable y palpable. Las interpretaciones del hombre, llamadas “filosofía y huecas sutilezas” en la Biblia, son las que producen error y confusión (Colosenses 2:8). La evidencia física y el texto de las Escrituras es coherente: ambos atestiguan de la creación, la caída y la destrucción del primer mundo por un diluvio.

Los efectos de la falsa doctrina

Uno de los intentos de conformar la fe cristiana a las largas eras de la evolución es declarar que antes de Adán hubo una raza de seres antropomorfos que no tenían espíritu ni alma. Estas criaturas llegaron a extinguirse, y luego aparecieron Adán y Eva para poblar la tierra. Esta idea originó en el año 1655 con Isaac LaPeyrere, un judío de Burdeos, Francia, que se había convertido al catolicismo. Él promovió el escepticismo acerca de la Biblia, lo que luego llamó “alta crítica”. LaPeyrere decía que la esposa de Caín y los habitantes de su ciudad eran descendientes de esta raza prehistórica. Aseguraba que Adán fue el primer judío, y que las varias razas gentiles eran descendientes de esta raza anterior. Así explicaba él la aparición de las distintas razas alrededor del mundo como los negros africanos, los chinos, los esquimales, los indígenas de América y los polinesios, entre otros. La supuesta existencia de esta raza preadámica llegó a ser la justificación intelectual para el racismo y la esclavitud.

Estas ideas pueden parecer exageradas, pero hoy el poligenismo (doctrina que admite variedad de orígenes para la especie humana) sigue siendo una columna de prejuicio y odio en grupos tales como los supremacistas blancos, los israelitas británicos, los de la Identidad Cristiana y algunos grupos del Ku Klux Klan. Otros movimientos cristianos populares hablan de seres antiguos “sin espíritu” para acomodar los supuestos fósiles antiguos con apariencia humana.

Las Escrituras hablan claramente del “primer hombre Adán” (1 Corintios 15:45) y que “Eva era madre de todos los vivientes” (Génesis 3:20). Otra vez vemos que las ideas resultan en consecuencias. Los asuntos de la vida primeramente se deciden en la mente, y luego se materializan por medio de las acciones. Tristeza y graves sufrimientos son las consecuencias de estos errores.

“Pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).

Evidencia fósil de la caída

Existen numerosas evidencias en el registro fósil de que los hombres y animales fueron víctimas de la maldición que vino sobre la creación por causa del pecado de Adán. Por lo tanto, estos hombres y animales existieron únicamente después de Adán. Un antropólogo cristiano ha notado numerosas evidencias de pecado y enfermedad en restos humanos tales como canibalismo, violencia y enfermedades como la sífilis. Unos doscientos esqueletos humanos de neandertales procedentes de todo Europa muestran una deficiencia ósea de la vitamina D por falta de luz solar, llamada raquitismo. Esto probablemente se debió al ambiente nublado durante la era de hielo tras la destrucción del mundo por el diluvio y el hecho de que muchos, seguramente, habitaban en cuevas.

Hay evidencias de que la violencia abundaba entre los animales al igual que entre los hombres antes del diluvio bíblico (Génesis 6:13). Se han hallado numerosos casos de peces tragándose a otros peces. Algunos huesos muestran cicatrices de marcas dentales, y dos dinosaurios de diferentes especies fueron hallados fosilizados con las garras del uno metidas en el otro.

El calvario trajo libertad

Adán y Eva se hicieron acreedores de la pena de muerte de la que se les había advertido (Génesis 3:17-19; 2:27; 3:3). Su pecado trajo muerte y sufrimiento, el gemir y dolor de toda la creación (Romanos 8:20-22). El Nuevo Testamento claramente dice que el calvario llegó para liberar a la creación de este proceso continuo de muerte. Es absurdo llamarse cristiano y rechazar la enseñanza de la Biblia, que es la única fuente de la fe y práctica cristiana.

La evolución provee una supuesta justificación para los que, en su orgullo, rechazan la doctrina del pecado original. El hombre hereda una naturaleza egoísta y mala de la cual necesita libertad espiritual. Basta con que observemos el mundo presente y lo que sucede cuando el hombre rechaza a Cristo y los principios cristianos. El hombre no puede salvarse a sí mismo.

“[ Jesús], quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24). Ahora, ¡los que se arrepienten y aceptan la obra redentora de Cristo encuentran libertad! “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36). Podemos ser libertados del pecado que obraba “en nuestros miembros llevando fruto para muerte” (Romanos 7:5) y de la muerte eterna después de esta vida.

La evolución es una religión de muerte: defiende un proceso que requiere la muerte de multitudes de criaturas para que haya un desarrollo. Al contrario, la esperanza del cristiano radica en la destrucción de la muerte en el calvario. ¡Jesús es el ministro de la vida y de vida abundante! (Juan 10:10).

¡Es una promesa! Todos los que creen en él resucitarán con él (1 Corintios 15:12-23).

En el valle de la decisión

La evolución es una de las principales herramientas de Satanás para impedirnos creer en Dios. La sutileza del engaño no es más que otra evidencia de que los sucesos de nuestro día no suceden por casualidad. Al contrario, nos encontramos en un campo de batalla. Satanás peleará hasta el fin por arrebatar las almas de los hombres.

El hombre procura mantener un pie en el mundo y también asegurarse el cielo. No obstante, el amor a Cristo y el amor al mundo siguen rumbos opuestos. No podemos amar a ambos. “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan 2:15).

Constantemente, Dios expone la verdad acerca de las personas. ¿Qué harás tú con Jesús? Jesús muchas veces toca nuestras comodidades para llamarnos la atención. Cuando toca nuestra seguridad, las invenciones más seguras (el castillo de cartas, según H.G. Wells) empiezan a derrumbarse.

Muchos se embriagan en las comodidades de la vida y no quieren pensar en cosas desagradables ni asumir ningún compromiso. Debemos creer correctamente. “No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas” (Hebreos 13:9). Por medio de leer, pensar y creer en la Palabra de Dios llegamos a conocer y experimentar la salvación.

Fuente: “Creation Magazine” (Revista creación), tomo 24, número 4.

De: Una mano amiga

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Language
Español
Author
Elvin Stauffer
Publisher
Maná Digital
Topics

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