"Consumado es" en la creación

Desde que Dios acabó con su obra creadora en seis días, no ha habido ninguna especiación o creación de nuevos organismos. Todo se reproduce según su género. "Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día” (Éxodo 20:11).

“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.”
(Génesis 2:1-3)

Desde que Dios acabó con su obra creadora en seis días, no ha habido ninguna especiación o creación de nuevos organismos. Todo se reproduce según su género (Génesis 1:21-25). La variación que notamos sigue lo que Dios ha escrito en los códigos genéticos originales, demostrando un repositorio fenomenal. Pero más allá de eso, no se forma nada nuevo.

Comprendemos la magnitud de la variación cuando pensamos en los tipos de perros y gatos; las aves: las currucas, los halcones y los patos, entre otros. Además, notamos las características especiales de identificación que poseemos los humanos. Pero, desde el principio, los únicos eventos de la creación en donde se superaron las leyes de la naturaleza fue en los milagros de restauración que realizaron Jesús y los profetas. Cuando Dios dio los Diez mandamientos, volvió a declarar este hecho: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día” (Éxodo 20:11).

Falsos argumentos evolucionarios

Sin embargo, los argumentos de los evolucionistas de que algunas criaturas como los peces más adelante evolucionaron hasta tener patas, y que algunos animales evolucionaron hasta tener plumas y alas y cosas por el estilo, son falsos. Desde la caída del hombre y la maldición sobre la creación, ocurren errores en el código genético, pero siempre es una pérdida de información o una duplicación (múltiples brazos, piernas, dedos etc.), o la corrupción de la información, la cual normalmente es rechazada y el feto muere antes del nacimiento. Sencillamente no se halla la cantidad de información constructiva necesaria para que una característica nueva funcione. Algunos han revivido la teoría de la “generación espontánea” que fue desacreditada por los científicos cuando salíamos de la “edad oscura”. Tiene que haber una causa genética para cada característica del organismo. Es una vana ilusión creer que los errores aleatorios en el código genético pueden juntar la masa de información ordenada y constructiva necesaria para la evolución ascendente.

Algunos evolucionistas reconocen este hecho, pero luego lo descartan. Charles Darwin primero declaró la improbabilidad de la evolución, pero después, con mucho hablar cambió la improbabilidad a una posibilidad, y la posibilidad a la probabilidad, y la probabilidad hasta la certeza. Se llega a una certeza porque los escépticos miran el hecho de la biodiversidad de Dios en todo nuestro derredor, sin embargo, no aceptan a Dios y su poder creativo como la causa. Un científico que reflexionó sobre toda la educación evolutiva que había recibido dijo que si la creación es verdad, mejor cambiaba su empleo para ser conductor de camiones.

En algunos estados donde se trató de incluir estudios sobre la creación junto con la evolución, el departamento de educación lo censuró. Hoy, en las escuelas públicas, la evolución se enseña como un hecho. El World Book Encyclopedia dice que el concepto de la generación espontánea fue mayormente abandonado a mediados del siglo XIX, pero hoy día, la mayoría de los científicos creen que la generación espontánea sucedió por lo menos una vez cuando ciertos químicos se unieron para formar los primeros organismos vivos sencillos hace más de tres mil millones de años. Esto realmente es una fe falsa, no una realidad.

Los científicos evolucionistas han propuesto toda clase de imposibilidades para facilitar la especiación. Los hombres con reputación de intelectuales pueden decir lo que quieran y algunas personas le van a creer.

Una teoría que requiere un factor imposible de fe se llama el “equilibrio puntuado”. Esta especulación hecha por Stephen Jay Gould, entre otros, dice que la evolución sucedió en rachas demasiado cortas para notarse en el registro fósil. Por tanto, tenemos grandes diferencias entre organismos, tanto vivos como fosilizados. Es un descrédito para el intelecto humano que se tomen en serio muchas de estas teorías. Como dijo un evolucionista: “La única alternativa es la creación, y eso es inconcebible”.

Declaraciones como estas muestran la rebelión del hombre en contra de Dios.

Dios estableció las leyes de la ciencia.

Existen dos leyes básicas de la termodinámica. Primeramente, está la ley de la conservación de energía. No hay una nueva creación (ni tampoco una pérdida) de la energía/masa que compone el universo (Génesis 2:1, 3). Segundo, está el principio del deterioro de la energía. Todos los procesos naturales van hacia abajo, en la dirección de la desorganización (entropía). “Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura” (Hebreos 1:10-11).

El científico creacionista Henry Morris dijo: “Estas dos leyes de la termodinámica son sin duda las más firmemente establecidas de todas las leyes físicas que se conocen”. Sin embargo, son ignoradas y negadas por los secularistas quienes también ignoran la obra redentora de Dios.

Dios llama al hombre a observar la creación como evidencia de sí mismo, su poder y autoridad, y su derecho de requerir la obediencia del hombre. Así ha dicho Jehová, “que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él” (Zacarías 12:1). Básicamente está diciendo: “Préstame atención”.

“Consumado es” en la redención

Poco después de que se completó la creación, esta se corrompió cuando Satanás indujo a Adán a pecar contra Dios al comer del fruto prohibido. Dios, en su sabiduría, creó al hombre como un agente moral con la libertad de tomar decisiones, y Adán no pasó la prueba. Pero Dios también tenía un plan de salvación para que todo el que acepte la obra redentora de Jesucristo sea salvo. Dios no llevó a cabo todo de una sola vez; representó/ilustró su plan en las ofrendas, fiestas, ceremonias y ordenanzas que los judíos observaban bajo el Antiguo Pacto.

Luego, en “el cumplimiento del tiempo”, Jesús vino y cumplió todas las tipologías de Dios (los eventos en el Antiguo Testamento que señalan al cumplimento de Dios en el Nuevo Testamento). “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4). Jesús nació como un bebé, al igual que toda la humanidad, y vivió y anduvo en esta tierra en carne humana. Finalmente, sufrió y murió a manos de su propia creación, y “llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24). Cuando Jesús clamó a gran voz sobre la cruz “consumado es”, hablaba del plan de salvación que fue determinado en la mente de Dios “desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8). Dios sabía desde el principio que iba a ser necesario redimir al mundo para que los nombres de las personas fueran escritos en “el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8).

No se ha añadido más para ser salvos, sino el arrepentimiento del pecador y la aceptación de la obra redentora de Jesús. Cuando el malhechor junto a Jesús en la cruz dijo: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino (…) Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:42-43). Muchas veces las organizaciones religiosas añaden mucho ritual, misas, rosarios y errores doctrinales como la regeneración bautismal como requisitos indispensables para entrar al cielo.

Pero Dios lo hizo sencillo. “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). Nosotros entonces somos “guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación” (1 Pedro 1:5).

El nuevo creyente empezará en el camino de las obras de justicia, pero no lo hará para salvarse a sí mismo. Todo eso es obra de Cristo. Las obras de justicia son hechas posibles por medio y como resultado de la salvación. Si no tenemos la obra de salvación de Jesucristo en nuestro corazón “todas nuestras justicias [son] como trapo de inmundicia”. Cuando Jesús entra en nuestra vida, nos hace dar fruto. “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros” (Isaías 64:6, 8). “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23).

Jesús, en su oración intercesora ante el Padre, da su testimonio de una obra redentora acabada. “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (Juan 17:4).

¿Nos hemos apropiado de la salvación que Cristo ha provisto? ¿O la hemos rechazado? No existe un segundo camino. ¿Está escrito tu nombre en el libro de la vida? (Apocalipsis 20:15).

Fuentes:

  1. La Biblia – la Palabra de Dios
  2. Studies in the Bible and Science (Estudios de la Biblia y la ciencia) – Henry Morris
  3. Variation and Fixity in Nature (La variación y fijación en la naturaleza) – Frank I. Marsh

De: Una mano amiga

Details
Sprache
Español
Autor
Elvin Stauffer
Herausgeber
Maná Digital
Themen

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