La pregunta que nadie ha podido contestar es esta: ¿Cuál es el propósito de impulsar la legitimidad de los propósitos homosexuales y levantar una institución alternativa al matrimonio que destruye la institución legítima para los niños, y que no logra ningún bien social ni humano?
Los que avanzan celosamente la idea de “normalizar” las relaciones entre el mismo sexo, ciegamente cierran la puerta a las lecciones de la historia. Ellos ignoran la dinámica de su existencia, y desprecian a los que tendrían que llevar la carga pesada de mantener a la población. Si utilizamos los cálculos de las Naciones Unidas que dicen que para mantener la presente población mundial cada pareja debe tener, en promedio, 2,1 niños, quiere decir que por cada unión del mismo sexo “libre de hijos”, otra pareja tendrá que procrear 4,2 niños. Y eso no sucederá en una cultura que ya ha demostrado la indisposición a tener matrimonios permanentes. Las personas que no sienten la responsabilidad por un bebé en el vientre no son capaces de criar una nueva generación de niños.
Hasta los pájaros enseñan la necesidad de la heterosexualidad. Desde el principio de la historia de los pájaros, el señor petirrojo ha fertilizado los huevos de la señora petirrojo. La señora petirrojo hace la incubación, y luego juntos crían a sus polluelos en un estilo familiar. Cuando llega el tiempo para abandonar el nido, ellos están preparados para tomar todas las responsabilidades de un petirrojo adulto, y se dedican a criar otra generación de petirrojos.
Dos madres o dos padres petirrojos no pueden cumplir ese mismo papel. No habría ningún pajarito en el nido aparte de los padres. Supongo que si dos petirrojos machos decidieran compartir un nido, el líder de los petirrojos podría demandar que la anidación de los del mismo sexo se celebre por todo el bosque y que las parejas del sexo opuesto sacrifiquen algunos de sus huevitos por la causa, dando un sentir falso de normalidad a una existencia estéril.
Pero pasar por alto el nido de la familia natural sólo produciría nidos fingidos sin pajaritos. Así, llegaría el tiempo en que el canto de los pájaros terminara en un silencio escalofriante.
Al parecer, la forma más reciente para ser considerado un héroe es que las personas que son consideradas ídolos culturales o héroes del deporte, “salgan del closet” y se declaren ser gay o lesbianas. Altos líderes políticos y muchas iglesias lo consideran una causa tan digna de alabanza que dan su apoyo directo. El ímpetu crece con la aparente intención de pisotear toda oposición y trastornar la ley del país. Intentan otorgar respeto e igualdad a las relaciones entre personas del mismo sexo. Quieren construir una nueva institución fantasma llamada matrimonio gay. ¿Y que ganamos con tales hechos heroicos? ¿En qué contribuye esta nueva institución al futuro de la humanidad? ¿Cuál es el costo de esto en términos de enfermedades y muertes causados por el SIDA? ¿Cómo es que hemos llegado al punto de imaginarnos que el ser humano puede prosperar, o aun sobrevivir, bajo un intento exitoso de destruir los matrimonios y las familias normales que continúa hasta borrar toda diferencia de género?
Sospecho que esto es una rebelión intencional en contra de los históricos conceptos bíblicos en cuanto a Dios y su moralidad. Pero difícilmente terminará con esto. En última instancia, esta es una lucha que desafía la ciencia, aun la naturaleza y la biología. Esta lucha pone a la gente en contra de lo que profesan ser, en contra de lo que son, y en contra del diseño de la sexualidad. El desafío a la institución del matrimonio y la familia tradicional, que por mucho tiempo ha venido creciendo, ha explotado en un rechazo de ser masculino o femenino. Los niños escolares son animados a ignorar la ley biológica de su propio género físico mientras intentan determinar si ellos se “sienten” ser natural o gay. Esto los terminará de derrumbar por completo. ¿Desde cuándo puede la humanidad cambiar su propia biología?
Notemos otro ejemplo de cuánto se ha deslizado los EE.UU. en un corto tiempo. Tan recientemente que ni podemos pasar la página de la historia, a los homosexuales no se les permitía servir en el ejército estadounidense. Para aquellos que no tienen ni treinta años, en el año 1986 la Corte Suprema afirmó que cada estado podía prohibir los actos homosexuales entre dos adultos consentidores. El primer apoyo público para los homosexuales sucedió en el año 1969, cuando clientes del “Stonewall Inn” en Nueva York, un bar ilegal para homosexuales, causaron un disturbio contra la policía local. Ese incidente es considerado como el nacimiento del movimiento de los derechos homosexuales.
Tendemos a considerar que la civilización es el resultado de los avances en entendimiento y sabiduría humana; como un tipo de evolución experimental para descubrir qué es lo que funciona para la sociedad. Pero esto está lejos de ser verdad. La realidad es que la cosmovisión que verdaderamente funciona es la de una población que responde a la instrucción y a los mandamientos que coinciden con el diseño y propósito de Dios para el hombre y la mujer. Sin apareamiento se acabaría la raza humana.
Es semejante al manual de uso que recibimos con cualquier herramienta nueva. Supongamos que un constructor compra una lavadora de ropa nueva. Él sabe para qué fue diseñada esta lavadora, y lava su ropa de trabajo de acuerdo con las instrucciones del manual. No intentará usarla como hormigonera, porque no fue hecha para eso. Ningún juez alabará sus intentos de convertirla en una. Por cierto, es importante que leamos el manual de instrucciones que coincide con la máquina que utilizamos. Del mismo modo, la sexualidad humana tiene que ser tratada en el contexto y el propósito de la existencia y la reproducción humana. Este punto de vista no lo toman en cuenta en los “nuevos actos heroicos” de la sexualidad humana.
Esto nos lleva a unas conclusiones que las Escrituras enseñan y confirman explícitamente:
Por el otro lado, entre más seguimos el camino de la libertad sexual indefinida, mayor la desconexión del bienestar de la cultura. Cuando la civilización y estabilidad no resultan de familias fuertes, otras instituciones se levantan en un intento vano de llenar el vacío. Esto incluye las ayudas económicas del Estado y otros programas sociales para las multitudes que están apartadas de los círculos familiares naturales, además de programas para proteger a las mujeres y los niños que peligran. Demasiados hombres enfrentan poca o ninguna responsabilidad, aun por sus propios hijos. ¿Cómo podemos esperar que estos lleguen a ser algo más que adolescentes y consumidores a largo plazo, y demasiadas veces, reos? El problema real es el deseo de agradarse a sí mismo: el hedonismo.
Y sí, hemos desarrollado una grande institución alternativa, dirigida especialmente a los varones (y más y más mujeres), que nunca han beneficiado de los efectos civilizadores del matrimonio estable y la vida familiar. Esa institución se llama la cárcel. Su función es encerrar los restos de una sociedad disfuncional. Y crece a un paso fenomenal.
Según la edición de julio 2014 de la revista Newsmax, si la población de 2,4 millones de las cárceles estadounidenses pudiera ser incorporada en una ciudad, sería la cuarta ciudad más grande después de Nueva York, Los Ángeles, y Chicago.
Pudiéramos discutir que aun con todos sus aspectos negativos, la prisión es una institución necesaria. Esto es aún más cierto en la cultura que carece del fundamento del matrimonio y de la familia. Pero la pregunta que nadie ha podido contestar es esta: ¿Cuál es el propósito de impulsar la legitimidad de los propósitos homosexuales y levantar una institución alternativa al matrimonio que destruye la institución legítima para los niños, y que no logra ningún bien social ni humano?
De: Una mano amiga