El Dios bueno

En cierta ocasión, un hombre llegó corriendo a Jesús. Tenía una gran inquietud. Quería ir al cielo, el lugar donde todo es bueno. Pero dudaba si fuera lo suficientemente bueno para llegar allá.

Acudió a Jesús con la idea de que quizá Jesús fuera la persona más buena que conocía. Se arrodilló delante de él en reverencia, y entre resoplidos preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”.

Jesús le respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios” (Lucas 18:19). En ese momento, el joven comienza a entender que hay sólo uno que es bueno en sentido absoluto. Se dice que muchas cosas y muchas personas son buenas, pero nadie es bueno como lo es Dios. Él es bueno al punto de perfección; completa y totalmente bueno. Pongámonos en el lugar de este joven y consideremos cómo muestra Dios su atributo de ser bueno.

Este joven era un principal entre su pueblo. Como tal, se le consideraba un hombre noble e influyente. Y según su criterio, esto lo ponía en una categoría bastante alta en materia de ser bueno. Además, se consideraba irreprensible en cuanto a los mandamientos. No había adulterado, no había matado, ni hurtado, ni había dado falso testimonio de su prójimo. Además, honraba a sus padres. A todas luces, era un joven muy bueno y ejemplar que de entre la juventud, era de los mejores. Sin embargo, quizá le quedaba la inquietud de ¿qué tal le faltara algo? Y ¿quién más que ese Maestro que él consideraba bueno le pudiera sacar de esa duda?

¿Qué significa ser bueno en el contexto bíblico?

Cuando la Biblia habla de ser bueno, se refiere a algo que por su naturaleza y constitución tiene un nivel de excelencia y rectitud que es honorable, distinguido, útil, bondadoso, y totalmente libre de maldad. Es una condición placentera y agradable y que da deleite.

La Biblia usa varias expresiones que se refieren a este atributo de Dios.

La bondad de Dios (Romanos 11:22; 2 Tesalonicenses 1:11; Tito 3:4)

La benignidad de Dios (2 Samuel 22:36; Salmo 18:35; Romanos 2:4; 1 Pedro 2:3)

La bendición de Dios (Génesis 39:5; Levítico 25:21; Deuteronomio 30:19; Salmo 3:8; Salmo 145:16)

Las bienaventuranzas que proceden de Dios (Salmo 1:1; Salmo 32:1; Salmo 41:1; Salmo 2:12; Mateo 5:2-12)

El bien que Dios nos da (Génesis 50:20; Deuteronomio 30:5; Esdras 8:22; Nehemías 2:18; Romanos 8:28)

Dios es bueno en todo sentido. No hay otro que lo iguale. Jesús dijo que sólo Dios es bueno. Por lo contrario, todos los otros dioses son egoístas y orgullosos. Aun el ser humano es por naturaleza egoísta y orgulloso. No existe otro en todo el mundo que tenga esta característica natural de ser bueno. Veamos varias maneras en que Dios expresa o muestra su bondad.

Dios es bueno, porque da gratuitamente

La música de la lluvia en el techo de la casa y el calor de los rayos del sol son muestras de que Dios es bueno. Por estos hechos naturales, Dios hace que crezcan los cultivos y produzcan frutos para nuestra alimentación. Cuando Pablo les presentó a Dios a los atenienses que no lo conocían, dijo: “Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” necesarias para la vida (Hechos 17:25). Dios creó todas las cosas de modo que el hombre disfrutara de su creación y le diera la gloria a él. Y a pesar de la rebeldía del hombre que cayó en desobediencia, Dios sigue siendo bueno: “dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones” (Hechos 14:17). Jesús dijo que ese Dios bueno es el “que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:45). Dios es bueno aun con los que no lo obedecen. Dice el apóstol Pablo así: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17). Ciertamente, Dios es bueno, pues da cosas buenas a todos gratuitamente.

Dios es bueno, porque no hace acepción de personas

En Hechos 17:25 notamos otra manera en que Dios es bueno: “da a todos”. Dios es bueno para con todos, sin importar su posición económica, su clase social, su nacionalidad, su apariencia, o su inteligencia. Con el repartimiento de bendiciones naturales, Dios sigue la máxima: “Haz el bien sin mirar a quién”. Pablo declara: “No hay acepción de personas para con Dios” (Romanos 2:11).

Tantas cosas buenas sólo pueden venir de un Creador bueno. Es una ley de que lo bueno procede de lo bueno, como el fruto bueno procede del árbol bueno. Cuando recibimos un buen regalo, se dice que la persona que lo dio es buena. Todo lo que recibimos de Dios es bueno, como dice en Santiago 1:17: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces”. Dios es sumamente bueno hasta el grado de perfección.

Dios es bueno, porque nos guía al arrepentimiento

El simple hecho de que nos haya ofrecido una oportunidad de reconciliarnos con él es una gran muestra de lo bueno que es Dios. Él no tiene ninguna obligación de darnos esta oportunidad, pero lo hace por su bondad. El apóstol Pablo dice así: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4). ¡Qué bueno es Dios! Nos ofrece una salida de la esclavitud al pecado en que nos encontramos. Su bondad, su benignidad nos guía al arrepentimiento.

Dios es bueno, porque nos salva por su gracia

Dios muestra su gran bondad para con nosotros por medio de su gracia. Es por su gracia que somos salvos. Es un favor que de ningún modo merecemos. Jamás podremos pagarlo. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó . . . para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:4-8). El apóstol Pablo sigue diciendo en Tito 3:4-5: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. Verdaderamente, la bondad de Dios es tan maravillosa y tan grande que las palabras no bastan para describirla.

Dios es bueno, porque nos da sus promesas y las cumple

Hemos recibido muchas bendiciones de nuestro buen Dios, pero hay muchas otras bendiciones que están por venir. ¿Cómo lo sabemos? Porque Dios nos ha dado muchas promesas, y la Biblia las califica como “preciosas”, y “grandísimas” (2 Pedro 1:3-4). Cuando los israelitas ya habían conquistado la tierra prometida, Josué testificó: “No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió” (Josué 21:45). Y en 2 Corintios 1:20, el apóstol Pablo nos asegura que “todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén”. Esto quiere decir que todo lo que Dios promete es cierto (Sí) y seguro (Amén). Dios se muestra bueno cuando nos hace promesas, y confirma que es bueno cuando las cumple.

Nuestro buen Dios nos ha dado las siguientes promesas:

  1. Nos toma por hijos e hijas, y, por ende, herederos (2 Corintios 6:18; Romanos 8:17).
  2. Nos hace participantes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4).
  3. Nos da la vida eterna (1 Juan 2:25).
  4. Nos envía el Espíritu Consolador (Juan 14:16-17).
  5. Estará con nosotros hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).
  6. Nos da la esperanza de cielos nuevos y tierra nueva (2 Pedro 3:13).
  7. Nos dará la corona de la vida (Apocalipsis 2:10).

Cada una de estas promesas es una prueba de que Dios es bueno. Y estas promesas son mejores que las bendiciones naturales. Nunca se acabarán durante toda la vida y seguirán durante toda la eternidad. Por eso son preciosas y grandísimas. ¡Qué bueno es Dios! Nos ha prometido: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). ¿Ha sentido usted su amparo? Dios se lo promete.

Lo más bueno de Dios

Para usted, ¿qué es lo más bueno de Dios? Recibimos muchas bendiciones, entre ellas el sol y la lluvia, los padres, la salud, el alimento, y el agua. De estas bendiciones maravillosas, o parte de ellas, disfrutamos todos. Pero Dios se muestra bueno de una forma especial sólo para con aquellos que escogen recibir su bendición. ¿Cuál es este bien?

Gracias a la conciencia que Dios ha implantado en nuestro corazón, percibimos el bien y el mal. Sin embargo, “todos nosotros nos descarriamos como ovejas”. ¡En cuántos pecados y problemas nos hemos metido! Nos perdimos del todo. No teníamos nada de bueno.

Pero precisamente estando en esa desesperada y asquerosa condición, escuchamos la voz de Dios que nos habla de “su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Y para que volvamos al redil, la bondad de Dios nos quiere llevar al arrepentimiento (Romanos 2:4). Ciertamente, lo más bueno de Dios es su amor que nos ayuda a entender que el camino que creíamos ser el mejor terminaría en perdición. Si no fuera por su voz de amor que nos corrige, terminaríamos en el peor de los lugares, el infierno. ¡Qué bueno es Dios, para hacernos ver nuestros errores y convencernos de que el camino a los cielos comienza con el arrepentimiento!

Y luego en su bondad nos da más bendiciones, bendiciones que no podríamos recibir sin pasar por el arrepentimiento. Lea el siguiente pasaje de Tito 3:3-7. ¿Cuántas bendiciones de Dios puedes hallar?

“Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó […] por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.”

¿Cuántas bendiciones halló? ¿De cuáles está gozando usted? Son bendiciones de que gozan sólo aquellos que por la fe y el arrepentimiento reciben su bondad.

Después de guiarnos al arrepentimiento por su bondad, nos da otra bendición que no se consigue de ninguna otra forma. Tampoco es como un regalo que se da una vez al año, como el regalo de cumpleaños. Es tan estupendo que es imposible contenerlo todo. Dios dice que lo derrama abundantemente en nosotros. ¡Imagínese cuán bueno es Dios! No solamente nos da del excedente de sus riquezas, sino que nos da algo de sí mismo. Sí, nos da el Espíritu Santo, y lo da en abundancia.

Este don tan precioso no se acaba después de usarlo por unos meses o años. Obra en nosotros a través de toda la vida. Y hace una función que ningún otro don pueda hacer: nos regenera y nos renueva. Es decir, por su Espíritu, nuestro buen Dios nos cambia de rebeldes, extraviados pecadores a santos. ¡Qué bueno es Dios!

Lo más precioso de nuestro buen Dios

Hay una cosa más que Jesús le enseñó al joven rico que debía hacer para que pudiera ser bueno como Dios, y heredar la vida eterna. Después de decirle que vendiera todo y que lo diera a los pobres, dijo: “Ven, sígueme, tomando tu cruz” (Marcos 10:21). ¿Cómo es el tomar la cruz una muestra de la bondad de Dios? “Tomar tu cruz” significa renunciar lo que amo más, aun mi propia vida. En efecto, Jesús le decía al joven: “Si quieres ser perfecto (bueno a la perfección) como Dios, no sólo das tu dinero a los pobres, sino debes estar dispuesto a dar tu vida para seguir a Dios.” ¿Acaso Jesús le pedía hacer algo “bueno” que él mismo y su Padre no estuvieran dispuestos a hacer? No. Jesús, en cooperación con su Padre, vino al mundo expresamente con el propósito de tomar su cruz y dar lo más precioso que tenía en rescate por todos: su sangre. Pedro lo llama la “sangre preciosa de Cristo” (1 Pedro 1:19). Es por la sangre preciosa de Jesús que somos salvos y rescatados de nuestra vana manera de vivir.

Sí, la prueba más preciosa de que Dios es bueno es que “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo”. Lo hizo cuando le envió a su Hijo para que tomara su cruz y derramara su sangre para salvarle a usted y a mí. El precio de la salvación es tan alto, que no se puede estimar su valor en esta vida. Dios promete “mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. … pues es don de Dios” (Efesios 2:7-8). ¡Qué bueno es Dios!

El joven rico, al buscar al “Maestro bueno” jamás esperaba que le tocaría lo que amaba más, sus riquezas. Pero, cuando Jesús vio el estorbo que había en su vida, por su bondad le hizo ver lo que le era necesario hacer. Y Jesús muestra también su gran bondad para con cada uno de nosotros de la misma forma. De verdad, no hay ninguno bueno, sólo Dios. Pero Dios quiere mostrar su bondad en nosotros y convertir nuestro corazón en algo bueno. Jesús le dijo al joven: “Ninguno hay bueno, sino sólo Dios”. Y nosotros decimos: “¡Amén, Maestro bueno! ¡Haznos ser buenos como eres tú!”

Tomado de: La Antorcha de la Verdad (marzo - abril 2021)

تفاصيل
اللغة
Español
مؤلف
James Wadel
الناشر
Publicadora La Merced

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