Si usted no se cree haber sido pecador, la obra de Cristo ha sido en vano para usted. Haga esta prueba: ¿Es usted salvo y lo sabe?
“Perdido” es una palabra que asusta a personas que hayan tenido tal experiencia. Nuestras emociones son tocadas, y comunidades enteras se mueven cuando un niño se extravía, o algún aviador valiente se pierde en una montaña. Hombres ofrecen sus servicios en la búsqueda del niño, y mucho dinero está invertido en la ayuda de aviadores perdidos. Pero, ¿dónde está el interés y la preocupación por las multitudes que están perdidos en la iglesia?
Los cuadros más tristes de hombres perdidos son los de Judas Iscariote y Simón Mago. Judas fue un discípulo personal y apóstol de nuestro Señor. Él es un ejemplo de una persona que no continuó en la gracia de Dios y quien por fin entró en la apostasía y murió sin esperanza ninguna. Claro, algunos dicen que Judas nunca fue salvo; dicen que fue un diablo desde el principio. Pero nuestro Señor nunca hubiera escogido a uno así para echar fuera a los demonios, sanar a los enfermos, y predicar las buenas nuevas como fue el propósito de Él en escoger a los Doce. Judas es un ejemplo de un hombre perdido bajo el ministerio personal del Hijo de Dios. La Biblia dice que “cayó Judas por transgresión” (Hechos 1:25). Dios mismo no protegerá a una persona que deja o pasa por alto las condiciones de protección o de salvación, tal como están escritas en el evangelio de Cristo—las buenas nuevas.
Simón Mago (Hechos 8) creyó en las buenas nuevas como Felipe las predicó, pero parece que no recibió a Cristo como su Salvador personal y Señor. Su corazón no estaba bien con Dios, aunque fue bautizado en la manera apostólica y llegó a ser miembro visible de la iglesia apostólica. Su falsa experiencia cristiana se expresó claramente cuando hablaba de cosas espirituales en términos monetarios. Le fue dicho a Simón que dejara sus pecados y profesión falsa, pero la historia dice que no lo hizo, y en lugar de eso, llegó a ser un enemigo del cristianismo, luchando contra ello hasta su muerte.
La pregunta más importante a todos es: ¿Está bien mi corazón con Dios? Es evidente que mucha gente se descubrirá el hecho triste que son perdidos cuando ya sea demasiado tarde para ser salvo.
Puede ser que usted tenga padres cristianos, pero eso no le deja pasar por las puertas de los cielos sin Cristo. Puede ser que usted observe las ordenanzas de la iglesia, las cuales son buenas y necesarias para personas salvas, pero de nada le servirá si sus pecados no son perdonados.
Puede ser que usted sacrifique muchos placeres mundanales, y que pague todas sus obligaciones financieras al mundo y a la iglesia, pero eso no le dará entrada a la gloria sin la gracia de Dios.
Puede ser que sea honesto e imparcial en todo con sus compañeros de vida, pero eso no le hace un cristiano. De lo contrario, si es nacido de nuevo usted, será honrado e imparcial en cada actividad y transacción de la vida.
Puede ser que sea maestro de la escuela dominical, un obrero en la iglesia, un líder de una clase, y que haya estado mucho tiempo en actividades cristianas, pero sin conocer al Señor.
“Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:22 y 23).
Usted no puede conocer el gozo de la salvación si nunca ha conocido el horror de haber sido perdido. Sólo la persona que entiende que es perdida tiene acceso a la gracia de Dios. Si usted no se cree haber sido pecador, la obra de Cristo ha sido en vano para usted.
“Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.”
¿Estará usted listo cuando salga el llamamiento de boda, “¡Aquí viene el esposo [Jesucristo]; salid a recibirle!”? Multitudes serán como las vírgenes insensatas, que tuvieron una profesión de fe, pero sin la salvación.
Estar perdido en la iglesia cuando la muerte le alcance, o cuando vuelva el Señor, quiere decir que estará perdido para siempre. La salvación es tan preciosa, el Salvador tan amante, la eternidad tan larga, y las oportunidades de salvarse tan numerosas, que nadie puede justificarse de haberse quedado sin la salvación.
“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:6 y 7).
El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
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